Las más antiguas tradiciones sobre el origen de nuestro Universo nos cuentan su formación desde sutiles nubes de materia que se fueron condensando en estrellas y planetas conformando sistemas solares que se “alimentaban” del espacio interestelar.

Los astrónomos de la actualidad nos hablan de la formación de los materiales básicos del Cosmos desde el hidrógeno primitivo que las estrellas “cocinaron” en sus profundidades fabricando otros muchos materiales hasta llegar al calcio, el nitrógeno, el oxígeno, etc., etc.

A excepción del hidrógeno, que surgió cuando se formó el universo a través de la explosión Big Bang, todos los elementos de la Tierra se cree que se cocinaron dentro de las estrellas y luego fueron liberados al universo a través de explosiones de supernovas.

Cuando algunas estrellas mueren explotando como supernovas, lanza sus elementos fabricados hacia el espacio exterior conformando una enorme nube de gas y polvo que, según nos cuentan, contiene una gran cantidad de hidrógeno, otra parte más pequeña de helio y una pequeña parte de átomos más pesados como silicio, carbono, hierro e incluso moléculas de compuestos como metano y amoniaco junto con otras moléculas de carácter orgánico. La explosión de una supernova produce tanta energía que los materiales expulsados continúan fusionándose para producir materiales como el oro, el cobre, la plata…hasta metales radioactivos.

Nuestra galaxia parece estar repleta de este tipo de nubes que se ubican entre la multitud de estrellas que la componen y es material para nuevas estrellas.

El nitrógeno en nuestro ADN, el calcio en nuestros dientes, el hierro en nuestra sangre y el carbono en nuestros alimentos, fueron formados en el interior de estrellas. El oro y la plata de las joyas, el tungsteno en las bombitas de luz, el oxígeno que respiramos fueron originados en explosiones estelares. Nosotros mismos estamos compuestos por “materia estelar”, de alguna manera, todo está conformado por “polvo de estrellas”.

Equipo editorial de RevistAcrópolis