El cerebro y la conciencia
Desde la Facultad de Ciencias Médicas se nos enseña que el cerebro humano es el asiento y origen de la conciencia, y que todas las funciones mentales, emocionales y ejecutivas son consecuencia de la acción de las neuronas y su red de axones y dendritas, o sea, del cerebro y en general del sistema nervioso.
Si esta premisa fuera cierta, las experiencias cercanas a la muerte serían imposibles ya que, si el órgano (el cerebro) no funciona, o funciona mal, como se constata en miles de enfermos, no podrían darse este tipo de vivencias.
Pero como contrapartida hay muchas personas de todo género, nivel cultural, salud psíquica, creencias religiosas, que han pasado por estas experiencias, y las recuerdan con claridad más allá que la ciencia las reconozca o no.
Podemos decir que la conciencia es “el conocimiento que el ser humano tiene de su propio ser y existencia, y de sus estados y acciones”. Pero también es el “conocimiento de nuestro entorno y sus variaciones”. La conciencia es como un foco que ilumina una parte de la realidad tanto interna como externa.
Sabemos desde hace siglos que el cerebro es efectivamente el órgano “a través” del cual se canaliza una parte de nuestra conciencia, ya que la lesión del mismo provoca la pérdida de sus funciones, desde las sensitivas sensoriales, a las motoras o las correspondientes a funciones mentales como son el habla, el cálculo, la memoria, etc.
Hay una parte de la mente que funciona en base a “engramas” adquiridos y aprendidos, gravados en la red neuronal, como es, para poner algún ejemplo, montar una bicicleta o abrir una puerta, y que, de alguna manera, aún desconocida por completo, funciona por la acción del tejido cerebral. Es lo que podríamos llamar una mente mecánica que solo está activa con la integridad del sistema nervioso. Este tipo de acciones mecánicas, libera a la conciencia de ocuparse en forma permanentemente de actividades repetitivas e intrascendentes para el ser humano.
Pero también la experiencia nos muestra que en momentos en que el cerebro “descansa”, o sea en momentos en los que la actividad neuronal está en niveles básicos, como por ejemplo cuando dormimos, lo mismo podemos tener actividad mental y emocional (psíquica) con pensamientos, ideas, recuerdos, sentimientos, etc.
Hay una parte de la conciencia que funciona más allá del cerebro, que no requiere de las neuronas y es donde se asientan las funciones mentales superiores, las abstracciones, los principios de ética, el amor, la compasión y todo lo que hace que un ser sea un verdadero ser humano.
La corteza cerebral, la porción más evolucionada del cerebro, es la parte del encéfalo que permite nuestras acciones voluntarias y la percepción consciente de todo lo que nos rodea. Por allí “se canalizan” todas las funciones mentales superiores, los principios morales, y todas aquellas acciones que distinguen al humano de los mamíferos superiores.
Para que la corteza pueda estar activa, debe funcionar otra porción del cerebro, mucho más antigua en la filogenia y profunda en su ubicación anatómica. Nos referimos al Sistema reticular activador ascendente, localizado en el tronco cerebral y el diencéfalo, que entre otras funciones cumple la de marcapasos que activa y modula a la corteza cerebral. Es uno de los relojes internos que marca el ritmo de sueño y vigilia de acuerdo a las necesidades para mantener la homeostasis[1].
Pero ¿es el cerebro el que piensa y siente?, o hay algo mucho más sutil y profundo que es el verdadero ser humano. Creemos que sí, y esa es nuestra Alma.
El alma, o psiquis es aquella parte del hombre que siente, piensa y recuerda, que vive más allá de la muerte del cuerpo material. El cerebro, a través de la red neuronal y la corteza es el intermediario, el puente, entre el mundo material, y la psiquis de los individuos.
A muchos colegas les cuesta hablar del alma, aunque luego concurran a la iglesia, al templo, o a la mezquita, pero, como el alma no se puede medir ni pesar, piensan y dicen que…, “eso es cosa de religiosos, no de científicos”.
El cerebro es el maravilloso órgano que permite la interconexión entre nuestra realidad interna, o sea nuestras necesidades físicas, con las necesidades del alma, interconectando de ese modo el mundo físico, con el mundo psíquico. Es una “interface” con un sustrato material formado por los tejidos que la componen, y otra porción configurada por energías muy sutiles, no detectables con nuestros aparatos actuales, pero si con nuestros sentidos psíquicos, y que constituye nuestro mundo emocional y mental.
Una parte de la mente, la mente mecánica y también las sensaciones, pueden tener su asiento y función en la acción neuronal y en circuitos que vamos activando desde la vida intrauterina y que desaparecerán con la muerte física.
Pero otra parte de la mente, la mente abstracta, filosófica y los sentimientos no nacen de las interconexiones neuronales, sino que desde el Alma se canalizan a través del cerebro.
Esta explicación hace posible lo que comprueba la práctica médica en cuanto a las experiencias cercanas a la muerte. En realidad, el hombre es su espíritu y su alma. Hay momentos en que, por alguna situación extrema como puede ser la muerte clínica, “la conciencia” se activa en un plano más sutil donde continúan las percepciones (oído y vista), pero mucho más intensas y vívidas, dado que se libera del funcionamiento del cerebro físico que por su propia naturaleza material y densa limita y enlentece las percepciones y pensamientos. Recordemos que el cerebro y el sistema nervioso funcionan a muy baja velocidad de conducción, respecto a otros medios.
Lucidez pre mortem
Un fenómeno muy conocido por los médicos es el de la “lucidez pre mortem”. Pacientes que han estado muchos años con cuadros de demencias, desconectados de la realidad, sin reconocimiento de las personas, con daños extensos e involución de la corteza cerebral vistas por RMN[2], unas horas antes de morir (a veces hasta 24 hs.) recuperan una lucidez y claridad mental incompatible con lo supuesto por la ciencia de carril. En esos momentos son capaces, no solo de reconocer a los seres queridos, sino que dejan mensajes… cosas “que faltaban decir” para poder morir en paz.
Los no materialistas pensamos que es el alma de las personas despidiendo a los seres queridos y cerrando algún tema que para ellos tenía alguna importancia.
Muchas veces los familiares nos han llamado para decirnos “no sabe lo bien que está…, recuperó sus facultades”, y nosotros sabemos y podemos explicarles que esa es la lucidez pre mortem. Que aprovechen esos momentos para decirles aquello que quedó sin decir y para recibir los últimos mensajes que quieran trasmitirnos antes de partir.
Esto solo es posible si hay algo más allá del cerebro físico, si el verdadero ser humano, no es el cerebro.
Conclusiones
Es cada vez más frecuente el registro de estos casos ya que los profesionales les prestan más atención, sin rechazar de entrada los relatos y dan explicaciones a los pacientes, aunque estas sean de corte materialista.
No compartimos las especulaciones que en general se hacen respecto a las ECM por muchos de los Centros que las investigan, siempre ligadas al sistema nervioso y sus funciones. Tal vez, leyendo a Platón o Plotino, se puedan encontrar respuestas sobre la naturaleza de estos fenómenos.
Es claro que cuando el cerebro cesa en sus funciones durante una crisis grave, “la conciencia” se libera, se desprende del órgano material y continúa sus funciones en un plano más sutil al que llamamos alma o psiquis, al menos por un rato hasta caer en un sueño sin ensueño del que despiertan posteriormente.
Numerosos son los registros que demuestran que, con el daño cerebral o la alteración de su homeostasis, cesan las funciones motoras, sensitivas, sensoriales y mentales. Sin embargo y a pesar de esto, hay un número importante de pacientes que frente a situaciones críticas conservan todas estas funciones amplificadas, con más claridad, con más luz.
La enorme mayoría de los relatos nos hablan de un estado de armonía y paz, sin miedos, de visiones de seres conocidos, en algunos casos de falta de deseos de querer regresar al cuerpo y a la vida material.
Escuchar a los pacientes con respeto es importante porque ellos mismo muchas veces no entienden su experiencia o no encuentran explicaciones a un fenómeno tan intenso y vívido y piensan que no los creerán o que se burlarán de ellos. Sin embargo, las experiencias están ahí; más bien deben ser investigadas y no ignoradas.
Dr. Gustavo Porras
Centro Medico SERAPHIS Argentina
[1] Conjunto de fenómenos de autorregulación, que conducen al mantenimiento de la constancia en la composición y propiedades del medio interno de un organismo.
[2] Resonancia magnética nuclear.
[3] Se denomina enagrama a aquella estructura neuronal estable generada por la estimulación, sea esta externa o interna, y que se encuentra vinculada a la activación de respuestas concretas sean inconscientes o conscientes.