
Ayer martes 22 de septiembre ocurrió el Equinoccio de primavera. La palabra equinoccio es un término que proviene del latín aequinoctium (aequus nocte), que significa “noche igual”. Como su nombre indica, los equinoccios son los momentos del año en que el día y la noche tienen la misma duración en todos los lugares de la Tierra.
Es así que en el hemisferio sur transcurre el equinoccio de otoño en marzo y el de primavera en septiembre, mientras que en el hemisferio norte se da el fenómeno a la inversa.
En este instante luz y oscuridad se equilibran. En primavera, la luz del sol va ganando unos minutos cada día hasta el solsticio de verano que llega a su cenit.
Este mágico suceso que acontece entre el Sol y la Tierra vemos cómo, de forma dinámica y armónica, trasciende a cada uno de los seres que habitan el mundo: minerales, vegetales, animales y también a los seres humanos.
La energía del sol va siendo cada día más intensa y esto permite que todo renazca. La vida florece en la naturaleza, las latentes semillas resguardadas durante el invierno buscarán extenderse hacia el Sol para dar frutos en el verano.
El matemático Poincaré dijo: «El científico no estudia la naturaleza porque le es útil, sino porque le cautiva, y le cautiva porque es bella (…). Por supuesto, no me refiero aquí a la belleza que estimula los sentidos, (…). Me refiero a la belleza más profunda, la que procede del orden armonioso de las partes y que puede captar una inteligencia pura».

Hoy nosotros podemos comprender esta sabiduría que tan generosamente nos brinda la naturaleza. Así, al armonizarnos con lo que ocurre y tomándola como ejemplo, tenemos una nueva oportunidad de transformación integral. Haciendo florecer lo mejor de uno.
No solo podemos admirar y contemplar la primavera, sino que podemos ser primavera.
¡Feliz equinoccio 22/9/2020!
¡Feliz renovación! Te desea Nueva Acrópolis Córdoba