La Justicia, un valor divino y atemporal

Es fascinante observar que las deidades en las culturas antiguas eran representaciones complejas y llenas de significados diversos, muchas veces asociadas tanto con las fuerzas naturales como con ciertos Valores Humanos Atemporales.

Al explorar las distintas civilizaciones de la historia, resulta sorprendente encontrar una coincidencia notable en las numerosas representaciones simbólicas de la JUSTICIA. Dioses de la Justicia existían en Egipto, Babilonia, Grecia y Roma, entre otros lugares, y todas estas deidades compartían características similares.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cómo se entendía realmente la Justicia en esas épocas? Para intentar responder a esta pregunta, es necesario hacer un recorrido histórico que nos ayude a comprender la esencia de este concepto divino y su atemporalidad como virtud humana.

Representación de Maat.

En el Antiguo Egipto, nos encontramos con Maat, la diosa del Orden, la Verdad y la Justicia. Para los egipcios, estos conceptos eran inseparables y diferentes facetas del mismo valor divino. Consideraban que en el universo en su totalidad seguía un Orden Cósmico, y Maat era la encargada de mantenerlo. Como los seres humanos eran microcosmos, el orden y la justicia también debían reinar en sus corazones. Cada individuo debía ser un representante humano de la Maat divina; en la sociedad, esta energía se canalizaba a través del faraón.

Faraón con Maat.

Por ejemplo, en una estatuilla se puede ver a un faraón sosteniendo a la Diosa Maat en su mano izquierda, demostrando que la recibía con obediencia y la reconocía como inspiración y garante de la defensa de las leyes del universo. Maat también tenía un papel crucial en el más allá; cuando alguien moría, su corazón, que era considerado la sede de las experiencias vividas[1], era sometido a juicio. El dios Anubis colocaba el corazón en un platillo de una balanza y lo pesaba contra la pluma de Maat en el otro. Si el corazón pesaba menos que la pluma, se decía que el alma era justa y había vivido con orden y verdad, lo que significaba que no era necesario reencarnarse, comenzando así un nuevo camino hacia el Amenti[2]. En caso contrario, el corazón era devorado por una especie de monstruo, simbolizando la encarnación en una nueva vida terrenal.

Al viajar a la Grecia clásica, conocemos a través de la Teogonía del poeta Hesíodo a la Diosa Temis, hija de Urano (el cielo) y Gea (la tierra), vinculada a la Ley y la Justicia. En la mitología, era la segunda esposa de Zeus (quien también impartía justicia) y madre de las Moiras, deidades que tejían el destino de humanos y dioses.

En el mito de Temis, personificaba la Justicia y la Ley Natural. Se decía que era la divinidad que imponía el buen Orden en todo el universo. A menudo se la representaba con una túnica blanca, símbolo de pureza, y con los ojos vendados, indicando su capacidad para ver más allá de lo superficial y buscar la máxima integridad al impartir justicia. También se la podía encontrar en el Oráculo de Delfos, donde los seres humanos acudían para consultar sobre sus destinos. En otras representaciones, sostenía una espada como fuerza ejecutora de la ley divina y una balanza como símbolo de equilibrio, pesando las acciones buenas y malas.

Temis estuvo presente en la Tierra durante el reinado de Cronos, el dios del tiempo eterno, durante lo que se conoció como la Edad de Oro. Sin embargo, con el tiempo, los hombres se volvieron malvados y violentos, lo cual horrorizó a la diosa. Por eso, Temis escapó y ascendió a lo más alto del cielo; Zeus, comprensivo, la convirtió en la constelación conocida como Virgo.

En muchos tribunales judiciales de Occidente, aún se utiliza la figura de Temis como símbolo de la justicia. En Roma, su equivalente fue Iusticia, que compartía características similares.

Pero no profundizaremos más en estas últimas representaciones, no porque sean menos importantes, sino para regresar al inicio del artículo, cuando nos preguntábamos sobre las nociones de atemporalidad y Justicia. Podemos considerar lo atemporal como algo que trasciende épocas y culturas, algo que no cambia con el tiempo y desde una perspectiva humana, las virtudes y los valores nos introducen a lo atemporal que hay dentro de nosotros mismos.

La Justicia tuvo un papel crucial en el desarrollo y sostenimiento de todas las civilizaciones. Inspirados en la naturaleza y sus leyes, lograron crear estados en verdadera armonía. A nivel individual, los seres humanos tienen la capacidad de alcanzar esta virtud que Platón mencionaba como la excelencia del alma. La virtud es la fuerza que impulsa las buenas acciones, y la Justicia perfecciona la voluntad para actuar con verdad y orden. Al lograr el equilibrio dentro de nosotros como individuos, podemos contribuir a formar un mundo en armonía.

“Si practicas la equidad, aunque mueras no perecerás.” (Lao Tsé)

María de Jesús Cuadro

Bibliografía:

– Apuntes de clases del programa de estudios de Nueva Acrópolis

– “La Leyenda Dorada, Mitología Clásica” de Mauricio Meunier

– Obras de Platón, editorial Gredos


[1] Tal vez por eso en muchas representaciones el corazón es una vasija.

[2] La Casa de Amon, el lugar de los dioses.

Deja un comentario