La Diosa Sekmet, la diosa leona, representada con cuerpo de mujer y cabeza y garras de león fue muy venerada y temida por los egipcios. Era la Diosa encargada de ajustar el karma o sea los desvíos de la ley natural. Sus estatuas son impresionantes y trasmiten un gran poder.

Los médicos la veneraban por su doble función de ser la que provocaba el dolor, y también la que lo quitaba. Expliquemos esto un poco más:
Un antiguo mito relata que, en cierto momento de la historia, cuando los dioses gobernaban directamente a los seres humanos y estaban en contacto con ellos, éstos, decidieron derrocar al Dios Ra, el Dios supremo, por considerar que ellos podían hacerlo mejor. En pocas palabras los hombres intentaron alterar el orden cósmico debido a su soberbia e ignorancia.
La Diosa Sekmet (similar a la Némesis griega), recorrió Egipto causando un número enorme de muertos, hasta reestablecer el orden provocando plagas, guerras y devastaciones.
Ese aspecto es el que la relaciona estrechamente con la medicina y los médicos. La enfermedad surge cuando se altera el orden natural, cuando desatendemos alguno de los aspectos de la personalidad, o cuando ponemos un exceso de energía en algunos, descuidando otros. Nada en exceso decían los estoicos.
Sekmet es la que nos “toca con su garra” para despertarnos y hacernos retornar al sendero de nuestro destino.
Una vieja frase dice: “Hombre, el dolor te ha alcanzado, es la garra de Sekmet, la diosa leona; te ha causado dolor, te ha desgarrado, pero ponte contento, te ha tocado una Diosa”.
Esta frase encierra una profunda piedad, siendo similar a una de las enseñanzas de Buda: el dolor y la enfermedad son vehículos de conciencia. Aquí puede verse el amor de la Diosa hacia los hombres para salvarlos de persistir en el error, aumentando el karma que en algún momento los va a alcanzar.
La humanidad en su conjunto y cada humano en particular, evoluciona en un largo camino en el que hay numerosas lecciones que aprender, y donde la enfermedad es una maestra que nos marca los errores y corrige los desvíos. De la misma manera que hoy recordamos con cariño y agradecimiento a maestros y maestras de nuestra vida, por ayudarnos a ser lo que somos, un día la humanidad ya iluminada, va a reconocer en la enfermedad el camino que la obligó a aprender lecciones.
Sekmet, venerada por los médicos, era la potencia universal final que ajustaba aquellos desvíos que los hombres se negaban a corregir.
Podemos tener en cuenta este viejo símbolo para tener siempre presente que cuando algo nos duele, son las garras de la diosa que nos acompañará hasta que aprendas las lecciones reservadas para los hombres.
Dr. Gustavo Porras Centro Médico SERAPHIS Argentina