Este es un antiguo cuento que se ha atribuido en el tiempo a diferentes médicos famosos; en una de sus versiones el protagonista es el gran Paracelso.

Cuentan que, en una ocasión en que una peste asolaba la ciudad de Venecia, Paracelso atendía a los enfermos y lograba curarlos. La Muerte se ofendió porque este médico atrevido le estaba quitando sus víctimas. Así, un día fue al encuentro de Paracelso y le dijo:
- Escucha, médico. ¿Cómo tienes la osadía de quitarme lo que me pertenece?
- Nadie puede impedirme que salve con mi ciencia a todos los que pueda, dijo el médico.
Entonces, dijo la Muerte muy enojada, haré que la peste no termine nunca hasta que todos hayan muerto.
Paracelso entendió el peligro de la amenaza y le propuso un trato:
- Está bien, hagamos un trato: Los enfermos son la mitad de la población. De estos, tú te llevarás solo la mitad y yo podré salvar a la otra mitad. Así morirá solo la cuarta parte de toda la población.
- Me parece un buen trato, dijo la Muerte
Así se despidieron y pasó el tiempo. Paracelso curando enfermos y la Muerte llevándose otros. Pero los que morían eran más de esa mitad acordada en el trato. La gente seguía muriendo y muriendo…
Muy enfadado, Paracelso se dirigió a ver a la Muerte y le increpó:
- ¡Cómo estás haciendo esto! ¡No estás respetando nuestro trato! Quedamos que solo te llevarías la mitad de los enfermos pero ¡están muriendo todos!
La Muerte, con el ánimo calmado, le respondió:
- No, médico, yo no he incumplido mi trato. Yo sólo me he llevado la mitad acordada de los enfermos; la otra mitad se murió…pero de MIEDO.
Paracelso entonces, entendió que el miedo puede matar más que cualquier peste y, desde entonces, buscó el remedio para curar a los seres humanos de este terrible enemigo, el miedo.