Personajes de la Filosofía: Arquitas de Tarento

Es el 360 a. C., un marinero ha divisado el cadáver de un hombre sobre la arena de la playa de un lugar de Apulia. Esparce arena sobre el difunto para que su sombra no permanezca errante a orillas de la Estigia. La víctima del naufragio no es cualquier persona, se trata del insigne Arquitas, gobernador de Tarento; filósofo, ingeniero, astrónomo, ingeniero, matemático…sin duda, un sabio.

La ciudad de Tarento había comenzado como una antigua y próspera colonia griega en el sur de Italia dando nombre al golfo en el empeine de “la bota” que se dibuja en el mapa de esta península.

No lejos se hallaba Crotona, famosa por haber sido el asiento de la Escuela Pitagórica. La sociedad pitagórica se había diseminado por la Magna Grecia y, posteriormente por Grecia. En el siglo V y IV a. C., ya apenas quedaban algunos discípulos pitagóricos y de éstos el más destacado era Arquitas de Tarento.

Amigo de Platón, Arquitas le había prestado gran ayuda cuando el filósofo ateniense corrió grave peligro en Siracusa.

Arquitas había sido comandante en tres guerras y estratega de Tarento durante siete años, a pesar de que la misma ley prohibía esta reelección. Tenía un gran prestigio como guerrero, como estadista, había logrado hacer de la ciudad de Tarento la más próspera poblada y hermosa de la Magna Grecia.

Como matemático trabajó la duplicación del cubo[1]. Como ingeniero se le supone inventor o perfeccionador del tornillo, la polea y trabajos sobre acústica. También fue famoso su pájaro mecánico al que logró hacer volar cerca de 300 metros gracias al impulso de un núcleo de vapor comprimido.

Bajo el gobierno de Arquitas, Tarento vivió lo que muchos solo pueden soñar: ser gobernados por un gran filósofo.

Victoria Calle


[1] Problema de la Duplicación del Cubo: Cuenta la leyenda que los atenienses enviaron al oráculo de Delos una delegación para averiguar cómo detener la plaga de peste que asolaba la ciudad. El oráculo respondió que debían levantar un altar nuevo para Apolo de la siguiente manera: un cubo cuyo volumen fuera el doble del actual. Los atenienses duplicaron las dimensiones, pero lo que consiguieron fue un cubo de volumen ocho veces mayor y la peste siguió cobrando nuevas víctimas.

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