La palabra cultura proviene del latín colere, que significa «cultivar» o «cuidar». Originalmente aludía al proceso de trabajar la tierra, pero con el tiempo su significado se amplió para abarcar el desarrollo de la mente y el espíritu humano. Su etimología se remonta a la raíz indoeuropea kʷel-, que significa «hacer girar» y se vincula con palabras como wheel (rueda, en inglés) y Welle (ola, en alemán), asociadas al giro que implica preparar la tierra para sembrar.
De modo similar, la mente y el espíritu deben ser cultivados, como un suelo fértil, para desarrollar las virtudes y todas las potencialidades humanas, que muchas veces se representaron simbólicamente como semillas.
En el siglo XVIII, Immanuel Kant utilizó cultura para referirse al proceso de fortalecimiento de la razón humana mediante la educación, el arte y la ciencia. Desde entonces, el término ha evolucionado para incluir todas las manifestaciones del desarrollo humano: artes, ciencias, religión, política, economía y costumbres sociales. Así, la cultura se entiende hoy como un concepto complejo que abarca todos los aspectos de la vida humana.
¿Será que una cultura es un lugar, un conjunto de conocimientos y valores que permiten desarrollar lo mejor de nosotros mismos?