El Gran Estudio de Confucio guía hacia la perfección personal, resaltando que el cambio comienza en uno mismo. Las virtudes humanas brillan innatas, pero requieren cultivo para renacer y expandirse a la sociedad. La armonía se logra cuando los individuos se transforman, convirtiéndose en modelos morales: los príncipes Junzi, pilares de un mundo mejor.



