Ulises: el héroe en búsqueda de su identidad

La historia de Ulises, del héroe griego, narrada por el poeta Homero, es el origen de la mitología griega y de la literatura occidental. El poeta ciego relata la historia del viaje de regreso del ingenioso héroe y con su canto teje la identidad griega y establece el código de honor helénico que perdura a través de los siglos. Mito o realidad, invento poético o historia real, poco interesa a los griegos y a todo aquel que, ya sea en el pasado o en la actualidad, encuentra en los cuentos de la Odisea y la Ilíada su propia identidad y sus tradiciones de hospitalidad y honor, de vida y muerte, de amor y guerra, de dignidad y belleza. En este artículo nos focalizaremos en Ulises u Odiseo y su nostos[1], su viaje de regreso a la patria, su pérdida de identidad y su reconocimiento final.

Ulises, aquel hombre ingenioso, rey de Ítaca, inventor del caballo de Troya, odiado por Poseidón, esperado por su fiel esposa Penélope, protegido siempre por Atenea -diosa de la sabiduría-, emprende el viaje de regreso junto con sus compañeros después de haber inventado el caballo de Troya, esa trampa griega que da fin a la guerra y transforma a los aqueos[2] en vencedores, destrozando la ciudad amurallada.  

Pero… ¿Qué es la victoria y qué es la derrota? ¿Puede haber la una sin la otra? ¿Es posible ganar sin perder algo? Aquiles perdió a su mejor amigo Patroclo. Agamenón perdió el honor y a su regreso encontró la muerte a manos de su esposa Clitemnistra y su amante. Áyax perdió la cordura. Ulises perdió su identidad, pasó a ser un desconocido y quedó lejos de su patria.

Ni muerto ni vivo lo encontramos en una primera instancia, así como relata el poeta, en la cueva de Calipso. Ulises niega la inmortalidad ofrecida por Calipso. No es esta la que él anhela. Nuestro héroe busca la inmortalidad en el honor de volver a ser reconocido por su familia y su pueblo. No son muchos años de vida placentera lo que él busca, sino la identidad de ser quien es: Ulises, el ingenioso, el rey de Ítaca.  

Sus aventuras comenzaron cuando, después de cegar el cíclope Polifemo, lo engañó diciéndole que se llamaba “Nadie”. Evidenció su superioridad ante el cíclope de un ojo y de enorme fuerza física pero carente de inteligencia. Fue este el único momento que sobrepasó los límites, ese héroe prudente que mide siempre sus palabras previendo sus consecuencias, ignoró las advertencias de sus compañeros y cometió hybris[3]:

Odiseo y Polífemo, pintura de Arnold Böcklin (1896)

“Pero estando en las ondas, a doble distancia de antes, quise hablar con el Cíclope y todos mis hombres rodearónme, y, con suaves palabras, quisieron así disuadirme:

¡Desdichado! ¿Por qué has de irritar a este hombre salvaje

si con lo que a las ondas lanzó nuevamente ha arrastrado

el navío a la costa, y creímos morirnos en ella?

Y si oyera las voces de alguien o que habla cualquiera,

la cabeza nos aplastaría y la obra del buque,

arrojándonos áspera peña que aquí nos alcanza.

Así hablaron, más mi corazón convencer no pudieron,

y le hablé dirigiéndole estas palabras con ira:  

Si los hombres mortales, ¡oh Cíclope!, a ti preguntaran

por la causa de la vergonzosa ceguera que sufres,

diles que Ulises fue, quien lo hizo el que a Troya ha asolado;

sí, fue el hijo de Laertes, y tengo en Ítaca mi casa.” (491-505, canto IX.)

Su desmesura no será perdonada por los dioses. Poseidón -dios de los mares y los océanos- y padre del cíclope Polifemo tomará su venganza y no dejará que Ulises regrese a su casa por diez años. Ulises tendrá que superar varias pruebas y aventuras contra los océanos y los mares, perderá a todos sus compañeros y solo, despojado y desnudo tendrá que convencer al rey de Esqueria de que lo deje salir de la isla. Tendrá que armar su propia nave, mas su ingenio y la mirada protectora de Atenea jamás lo abandonarán.

Ulises reconocido por su perro Argos. Escultura de Jean J. Espercieux (1757)

Al llegar a Ítaca, será vestido como mendigo. El mismísimo rey de esa isla pacífica aparece despojado de su identidad. Su perro fiel lo reconocerá, así como su anciana sirviente, luego su hijo y por último Penélope, quien no obstante exigirá pruebas para convencerse. Su infalible capacidad demostrará quién es cuando con su arco pase la prueba que ningún pretendiente es capaz de pasar. 

Ulises es un héroe diferente de los demás, diferente de aquellos que son parte de la historia de Troya. No es hijo de una diosa como Aquiles, Hefesto no ha construido su armadura, no tiene la fuerza física de Áyax, su reino no es tan rico como el de Agamenón, su padre no es el rey Príamo de Troya. Sus virtudes principales son el ingenio y la prudencia. Maneja la palabra de modo carismático, gobierna una isla pequeña y pacífica y es amado por una mujer fiel y sencilla. Es el ser humano en sí, como cada uno de nosotros puede llegar a ser, pero capaz de encontrar la solución tan anhelada. Con su inteligencia convence a reyes y engaña a monstruos. Pero debe navegar los mares, perderse en sus tenebrosas olas, ser seducido, despojarse de su identidad; desnudo debe volver a encontrar sus fuerzas y solo construir de nuevo su nave. Ulises se mantiene fiel en el mástil de su ser. No se deja engañar por las sirenas, no porque confía en su voluntad, sabe que ellas lo pueden atrapar, sino porque maneja su ingenio y por eso con prudencia pide a sus compañeros que lo aten.

Ulises y las sirenas. Óleo sobre lienzo de H. Draper (1909). Se encuentra en la Galería de Arte Ferens en Reino Unido

Ulises aun en su propia isla tiene que volver a conquistar la confianza. El mismo beneficiador de su pueblo es rechazado y tratado como mendigo. Algunos lo reconocerán y otros no. Nuestro héroe itacense no olvida de dónde viene y hacia dónde va, él mismo no ha olvidado quién es, aunque los otros sí. Ulises es el protagonista que busca su identidad, no porque la perdió en el fondo de su ser sino porque tiene que ser reconocido, tiene que ser él mismo quien regrese triunfante desde el abismo de los mares con su ingenio, su única arma y su constante compañero.

En estos tiempos huérfanos de héroes, hijos de dioses dotados con fuerzas sobrenaturales, seamos Ulises, el hombre de los muchos genios que no olvida de dónde viene y hacia dónde va, porque no olvida quién es, aunque tenga que demostrarlo una y otra vez. ¿Acaso no pasó así con otros héroes de otras leyendas? Recordemos a Arturo, el mítico rey de la tradición europea; a Gilgamesh, rey de la ciudad de Uruk en la Mesopotamia y a Teseo de la mitología griega. El viaje de regreso no es nuevo en los ciclos mitológicos de las culturas milenarias, pero esta vez nos permitimos destacar el de Ulises, por ser, de una manera, el héroe más cercano a nosotros…

María Kokolaki, directora de Nueva Acrópolis Córdoba


[1] En griego significa viaje de regreso por lo general a la patria. Se relaciona con la palabra nostalgia.

[2] Así nombra Homero a los griegos.

[3] Se traduce como soberbia, desmesura. En la tradición griega se considera el mayor error que puede cometer el ser humano. Esta actitud es castigada por los dioses y el Destino.

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