Cualidades esenciales de la música

Según tradiciones filosóficas que han perdurado a lo largo del tiempo, el universo en su totalidad estaría constituido por dos planos de naturalezas dispares: el plano del ser y el del existir. Todas las cosas que existen encuentran su origen en un plano metafísico, conocido en términos platónicos como el Mundo de las Ideas.

En este plano ideal se encuentran los arquetipos, las formas primeras o moldes (según su significado etimológico) de donde surgen todas las cosas existentes. Este plano esencial, por sus cualidades naturales es indivisible, inquebrantable, incorruptible, no acepta fragmentación alguna, por lo que es eterno, inmortal, imperecedero y perfecto.

Euterpe: musa de la música

Muchas de las culturas clásicas que hoy tenemos conocimiento, vieron al ser humano como el único ser vivo en la naturaleza, con la capacidad de unificar conscientemente ambas esferas, de vivir en el mundo manifestado recordando su origen esencial. Durante la evolución de la humanidad, uno de los medios en que este concepto se vio expresado, fue a través de la música; compañera infatigable para todas las culturas. Hablar de cualidades esenciales de la música, es hacer referencia al importante rol que cumplió como puente para vivenciar lo sagrado[1].

En las civilizaciones de las que hoy tenemos registros, el ser humano, la sociedad y el cosmos en su totalidad, no eran percibidas como entidades separadas, si no que conformaban parte de una unidad mayor. La arquitectura y la música representaban caminos complementarios para recuperar la conciencia de la unidad universal, llamada Dios, el Uno, el Tao y otras denominaciones según la cultura. Así como la arquitectura es la configuración del espacio físico, la música fue interpretada como la estructuración del sonido, influyendo particularmente en la psiquis de animales y humanos. Beethoven decía que “la arquitectura es una música de piedras y la música, una arquitectura de sonidos”.

Ludwing van Beethoven

Si la música acercaba las personas a la esencia, significa que tenía características particulares e intentaremos comentar algunas de ellas:

  • La música unifica a las personas.

Todas las personas que comparten una misma música entran en un ritmo uniforme. Así por ejemplo se marchaba a la guerra al compás de los tambores y antes de comenzar la batalla, instrumentos de aire como trompetas en la Europa medieval, cuernos en los vikingos antiguos, o caracolas marinas en los hindúes, sonaban en cada uno de los bandos. Hoy sabemos que los incas en América trabajaban con música y cada tipo de trabajo tenía un sonido particular, con un pulso común y una melodía que los mantenía unidos. Cada trabajador formaba parte de una unidad mayor que ellos mismos y la música conformaba el tejido invisible que los sostenía. Estos grupos llevaban a cabo sus acciones coordinadamente y en fase entre cada uno de sus miembros.

Los seres humanos al estar bajo el mismo ritmo y compartir la misma melodía se encuentran atravesados por algo en común, que los pone a vibrar al unísono. Todas aquellas personas que se encuentran bajo la misma canción, se verán unificadas. Por ejemplo, cuando se está en un recital, todos los que están atentos y concentrados en lo que suena, compartirán algo sutil, se encontrarán interpenetrados por la misma esencia musical y por ese momento superarán el egoísmo personal, experimentando la unión.

Recital, experimentando la unión interpenetrados por la música
  • La música surge del equilibrio de los opuestos: sonidos y silencios.

Las escalas musicales utilizadas actualmente tienen su origen en las enseñanzas pitagóricas que llegaron a nuestros días. Pitágoras encontró relaciones entre la matemática y la música, que logró volcar en el ser humano como herramientas profundas para alcanzar el orden y la armonía en uno mismo, en la sociedad y la naturaleza. Los pitagóricos entendían que es posible recuperar el equilibrio mediante la armonía en los sonidos y así una persona enferma, puede sanar. Esto hoy se conoce como musicoterapia.

Pitágoras: la relación entre las matemáticas y la música

Para que la música alcance armonía debe surgir como producto de una lucha equilibrada entre dos fuerzas opuestas: el silencio y el sonido. Del mismo modo el ser humano solo puede tomar contacto con los ideales trascendentales, en la medida que encuentra armonía en su interior. Este equilibrio no se logra azarosamente, sino que es regido por leyes naturales. Deben respetarse relaciones entre las distintas tonalidades y configurar los acordes de una manera determinada; si las relaciones no respetan los patrones naturales y un orden correspondiente, solo producen ruidos.

Para ejemplificar lo anterior, podemos recordar la anécdota mediante la cual Buda se iluminó. Siddhartha Gautama, nacido en Nepal y luego de haber vivido los primeros años de su vida en un palacio rodeado de todo tipo de lujos, decide emprender una vida ascética alejado de todo tipo de objetos materiales y apegos. En un momento de su búsqueda y estando muy débil, mientras meditaba debajo de un árbol, pasa un barco y sobre él escucha a un profesor de cítara decirle a su estudiante que el sonido no puede producirse si la cuerda está muy floja, pero si la misma se tensa de más, se cortará y tampoco hará música. La armonía se alcanza con la tensión apropiada, en el justo medio. Luego de escucharlo, Buda se dio cuenta que ninguno de los extremos lo llevarían a la sabiduría.

Siddharta escucha el sonido de la cítara
  • La música es intangible, indivisible y atemporal.

Otra cualidad especial de la música es su indivisibilidad y para explicarlo pondremos un ejemplo cotidiano. Digamos que tenemos una torta para repartir entre diez personas, cada una recibirá una décima parte o un 10% de la misma. Si ahora se suman diez personas más a la repartija, cada una se llevará un veinteavo o un 5% de torta; lo que equivale a la mitad de la primera repartición, ya que se duplicaron los comensales. Finalmente, si la misma torta se repartiera entre cien, la parte correspondiente a cada uno sería prácticamente nula. La música, en este sentido tiene un comportamiento diferente: ya sean diez, veinte o un millón de personas bajo la misma armonía y melodía, cada oyente recibirá la misma “cantidad musical”, que a la vez es el sonido entero. Todos reciben la misma parte completa por igual.

Nadie puede sostener un pedazo de música, pues su naturaleza es el movimiento, la vibración. Atraviesa el espacio penetrando todo lo que alcanza y perdura a través de las épocas.

  • Conecta el ser con el existir; el Cielo y la Tierra; el cuerpo y el espíritu.

Según filósofos como Plotino, por ejemplo, el espíritu se conecta con el cuerpo físico mediante el alma. Este rol de unificar la existencia y la esencia, Pitágoras lo atribuye también a la música, pero en un nivel macrocósmico, cuando dice que es la que mantiene unido al Universo en todos sus planos de expresión.

Música de las esferas

Según este filósofo de Samos, nacido en el siglo VI a.C., todo lo que está vivo tiene movimiento, y todo lo que se mueve produce sonidos y silencios. Va a decir también que, de todas las músicas, la más sublime capaz de ser oída por el ser humano, es la música de las esferas producidas por los astros en sus desplazamientos alrededor del Sol. En este sentido profundo, si la matemática es el lenguaje con el que el cosmos se expresa, la música sería su voz.

Si todo lo que se mueve produce sonidos, entonces nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestro cuerpo también los hacen; la interacción con otros seres humanos hará que entre todos creemos acordes y reproduzcamos la melodía universal, siempre y cuando vivamos en armonía con nosotros mismos, con la sociedad y la naturaleza.

Pues la música es transparente y las canciones que se escuchan y se producen en una sociedad, son reflejo de los pensares y sentires de la misma. El filósofo chino Confucio dijo: “La música surge del corazón humano. Cuando son tocadas las emociones, estas se expresan en sonidos, y cuando los sonidos toman formas definidas, tenemos la música. De esta manera, la música de un país pacífico y próspero es tranquila y alegre, y el gobierno ordenado; la música de un país agitado revela descontento y cólera; y la música de un país en decadencia revela pena y nostalgia del pasado, y el pueblo está angustiado. Así pues, vemos que la música y el gobierno están directamente vinculados entre sí”.

Así la música en nuestro sistema solar nace del movimiento armónico de los cuerpos celestes alrededor del Sol y es reproducida en la tierra por el hombre. Fue y es capaz de movilizar desde los aspectos más densos del ser humano, como es el cuerpo físico al danzar, hasta los aspectos más sutiles del mismo, entrando en resonancia con las emociones, pudiendo elevarlas hacia los sublimes sentimientos y así alimenta los ideales trascendentales.

Orfeo mítico cantor y poeta, que logra con su canto, conmover a los animales salvajes, a los árboles y las piedras. Conmueve hasta al mismo Hades, a Perséfone y a las almas en el inframundo .

Si la música despierta la fortaleza en los guerreros, unifica a todos los que están bajo su efecto, resulta de la armonía y devuelve la salud al cuerpo, tiene ritmo y es ordenada; tiene continuidad más allá de sonidos y silencios, y a la vez es indivisible, ¿no está representando las características del Ser? Si permite elevar el alma, despertar la conciencia y experimentar la unidad del universo, ¿no es entonces la música algo sagrado?

Franco P. Soffietti


[1] Hablar filosóficamente de lo sagrado, es hacer referencia a todo aquello que lleva a la conciencia hacia lo profundo de uno mismo y a experimentar la conexión con la naturaleza. Aquello con un sentido profundo que pone al ser humano en contacto con el mundo del ser, con lo atemporal y eterno.

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