“… mientras que en algún lugar del universo aun el más humilde de los hombres tenga encendida la más pequeña luz, yo con esa luz incendiaré el mundo…”
Estas palabras dichas por Buda hace 2500 años, fueron oídas por un hombre que logró comprender la importancia de mantener ese fuego encendido y luchar contra las tinieblas. Hoy 15 de julio se cumplen 63 años desde que Jorge Ángel Livraga fundara la Organización Internación Nueva Acrópolis.
Con gran alegría podemos decir que esta escuela de filosofía a la manera clásica, como la señaló su fundador, tiene un lugar en cada rincón de nuestro mundo. En cada una de sus sedes, presentes en todos los continentes, en más de 60 países, habita el espíritu de fraternidad, buscando lo que nos une como seres humanos y no lo que nos separa.
Aquel hombre inspirado por el mismo espíritu de renovación que en su momento diera vida a las escuelas neoplatónicas, fundó en su ciudad natal -Buenos Aires- Nueva Acrópolis en el año 1957.

Jorge Ángel Livraga nació en 1930 en el seno de una familia de origen italiano. Fue un filósofo –además de historiador, escritor- consciente de las necesidades de la época por lo que crea esta escuela de filosofía en base a tres ejes que siguen presente hoy en día: la filosofía, la cultura y el voluntariado. Tres ejes que apuntan a los valores humanos como motor indispensable de toda sociedad.
Él murió físicamente un 7 de octubre de 1991, pero esta aventura filosófica que nos sigue inspirando día a día no muere, sino que se mantiene viva. Él decía que debemos buscar el “renacimiento interior del ser humano”. Un ser humano en continuo perfeccionamiento, que se hace preguntas sobre lo que ve, lo que siente, lo que vive, que reflexiona y busca respuestas.
“La mejor forma de mejorar el futuro es afianzar el presente, dignificarlo, trabajar duramente por un mundo nuevo y mejor, sin exigir de ese mundo nuevo algo que no nos atrevemos a exigirnos a nosotros mismos”. JAL