Canta. Musa de voz clara, a Hefesto, célebre por su talento, el que, con Atenea la de ojos de lechuza, enseñó espléndidos oficios a los hombres sobre la tierra, hombres que antes habitaban en grutas en los montes como fieras.
Ahora, instruidos en los oficios por Hefesto, célebre por su destreza, pasan cómodamente la vida, hasta el día que cumple el año, en sus propias moradas.
¡Séme, pues, propicio, Hefesto, y concédeme virtud y prosperidad.
Himno homérico a Hefesto
Introducción

Hefesto, del griego Ἥφαιστος o Hêphaistos, es el dios griego de los herreros, artesanos, escultores, metales, metalurgia, fuego y volcanes. Es el equivalente griego de Vulcano romano y su nombre, de raíz extranjera1, puede interpretarse como “el que brilla de día” o “el que da brillo al día”.
Hefesto es descrito en las fuentes mitológicas como cojo y vacilante, además de feo. Caminaba con la ayuda de un palo y, en algunas representaciones gráficas sus pies aparecen al revés. Se le representa sudoroso por el calor de las forjas y el esfuerzo de sus trabajos, con la barba desaliñada y el pecho descubierto, inclinado sobre su yunque caracterizado por su martillo o hacha de doble filo, unas pinzas, su gorro cónico o píleo2 y el quitón.
El nacimiento de Hefesto
En La Ilíada y La Odisea se menciona que Hefesto nació de la unión de Zeus y Hera, siendo una deidad olímpica de tercera generación. En la Teogonía de Hesíodo se relata que Hera -la de níveos brazos-, esposa de Zeus, llena de ira porque este último dio a luz a Atenea desde su cabeza y sin su participación, decidió hacer lo mismo. Así engendró a Hefesto sola, por partenogénesis. El dios herrero nacería fruto de los celos de la diosa del compromiso y el matrimonio3.
Se menciona en los relatos que Hera -la de ojos de novilla-, se horrorizó al ver a su hijo por primera vez. Era un bebe peludo, de características rústicas, piel oscura debido a hollines y aún era más feo mientras lloraba. La diosa consternada lo tiró desde lo alto del Olimpo hacia el Océano, porque estaba “marchito del pie”. Luego de caer durante nueve días y nueve noches, colisionó violentamente sobre estas aguas y como consecuencia quedó cojo de por vida, lo que acentuaba su fealdad.
Allí fue rescatado por la nereida Tetis, madre de Aquiles y la oceánide Eurínome4. Estas protectoras lo recogieron y cuidaron en la isla de Lemnos, donde permaneció nueve años y creció desarrollando habilidades de artesano y jugando con volcanes. Hefesto recompensó a sus protectoras regalándole todo tipo de joyas delicadas, creadas por él mismo. Vale la pena mencionar que la palabra “Cosmos” en griego antiguo significa joya. El universo era visto como una joya por ser bello y ordenado; Hefesto en una clave de interpretación, sería el dios que recrea continuamente el Cosmos; quien le imprime la belleza al mundo manifestado con sus trabajos y lo convierte en una joya.


Hefesto nunca perdonó a su madre y para vengarse fabricó un gran trono de oro con magia, logrando que, cuando Hera se sentara en el trono, fuera incapaz de levantarse. La diosa cayó en la trampa de su hijo y quedó atrapada. Los demás dioses le rogaron que deshiciera el maleficio. Sin embargo, Hefesto aun lleno de ira, se negó marchándose. Los dioses quisieron convencerlo de volver al Olimpo para liberar a su madre, pero se rechazaba continuamente la petición; hasta que el astuto Dionisio -en quien tenía absoluta confianza- logró embriagarlo y llevarlo de vuelta al Olimpo, en una mula y acompañado de una multitud de seres5.
Hefesto, ya en el Olimpo, no liberó a su madre del trono hasta que le concedieron su deseo: la mano de Afrodita, diosa del Amor. Los dioses aceptaron, Afrodita también y Hera fue liberada. Así es como Hefesto se convirtió en uno de los doce dioses olímpicos y en el único en volver al Olimpo luego de haber sido exiliado.
Posteriormente, el dios sería exiliado por segunda vez del Olimpo, tras una discusión con Zeus por defender a su madre. Luego fue perdonado y admitido otra vez en el Olimpo.
Las uniones de Hefesto
Según numerosas versiones, la consorte de Hefesto fue Afrodita. El matrimonio no fue muy feliz, a pesar que él hacía todo tipo de regalos a su esposa, encargándose de que esta fuera aún más bella de lo que era. Afrodita era desdichada y no pudo corresponder a su amor; por lo que tuvo relaciones con Ares, en secreto. El dios de la guerra, la visitaba cuando Hefesto trabajaba en la fragua, pero Helios, que contemplaba todas las actividades de dioses y mortales, descubrió la infidelidad y rápidamente acudió al Herrero. Hefesto tejió una malla mágica e invisible de plata y en uno de los encuentros atrapó a los amantes.

Para aliviar su dolor por Afrodita, Hefesto decidió dedicarse exclusivamente a su trabajo, mientras recibía pedidos y visitas de la diosa Atenea, quien iluminaba la forja con su esplendor y aliviaba la soledad del Artesano. Engañado por Poseidón, Hefesto intentó seducir a la diosa virgen, pero fue rechazado. Del confuso encuentro vería la luz Erictonio, el primer rey de Atenas. Hefesto y Atenea fueron dos deidades de gran devoción en Atenas, donde compartían templos. Inclusive, algunos relatos mencionan que Hefesto, acompañado de Prometeo, fue el encargado de abrir la cabeza de Zeus con su hacha de doble filo, dando luz a la virgen diosa de la Sabiduría, que nació pura y armada.
Otras versiones sostienen que la esposa de Hefesto fue Aglaya, la más joven de las Gracias, quien simboliza la creatividad. También se menciona en el libro XVIII de la Ilíada que la consorte de Hefesto fue una “Afrodita menor”: Cari, la Gracia personificada.



Dios del fuego regenerador
Hefesto era feo y de mal carácter, pero tenía mucha fuerza en los brazos y hombros y gran habilidad para crear, convirtiéndose en el herrero de los dioses. Trabajaba en su fragua de bronce en el Olimpo, aunque esta morada celeste tendría expresiones subterráneas concretasen la isla de Lemnos, en las profundidades del volcán Etna (Sicilia) y en los volcanes de las islas Eolias.
Homero lo presenta como un trabajador solitario, pero otros relatos le proporcionan diversos asistentes. En Eolia los tres Cíclopes que habían construido el rayo de Zeus, de quien aprendió a crearlos también. Junto a la ninfa Etna, fue padre de dos divinidades vinculadas a los géiseres sicilianos llamados Palicos, quienes trabajaban para él. Mientras que, en la isla de Lemnos, otros «hijos de Hefesto» y colaboradores fueron los Cabiros, importantísimas deidades del misterio y el fuego de probable procedencia fenicia, vinculadas con un arcaico culto mistérico de Frigia y Tracia6. En Samotracia y en los más antiguos templos egipcios, los Cabires eran los grandes dioses cósmicos, los Siete y los cuarenta y nueve Fuegos sagrados7. Generadores y reguladores de las estaciones y las grandes Energías volcánicas, los dioses que presiden a todos los metales y las obras terrestres; simbolizadas en Prometeo, aportaron luz al mundo y dotaron de intelecto y razón a la humanidad, dando el primer impulso civilizatorio.

Hefesto era arquitecto y albañil construyendo, por ejemplo, el antiguo templo de bronce dedicado a Apolo en Delfos. También fue un artesano divino capaz de brindar vida mecánica, por ejemplo, al crear asistentes autómatas que actuaban de forma independiente; perros de oro y plata para proteger palacios o el gigante de bronce Talo, protector de Creta.
Fue el encargado de fabricar espléndidos artefactos refinados, que algunas veces siguieron en posesión de mortales. Entre ellos, la armadura de Aquiles, el cetro de Agamenón, la gargantilla de Harmonía y la corona de Ariadna. Asimismo, creó el carro con el que Helios atraviesa el Océano durante la noche, la égida de Zeus, el casco y las sandalias aladas de Hermes, el arco y las flechas de Apolo, Artemisa y Eros, así como las castañuelas de bronce que Heracles usó en su quinto trabajo.
A Hefesto se le suele atribuir la creación del hombre; para que este tuviera razón y pudiera ejercer su rol evolutivo en la naturaleza, Prometeo robó el Fuego Sagrado de las fraguas de Hefesto y se lo entregó a la humanidad. Como castigo, Zeus ordenó a Hefesto crear la primera mujer, Pandora; un “hermoso mal” enviado a los hombres8. La formó de tierra húmeda, varios dioses la adornaron con sus atributos y Zeus le insufló el espíritu dándole vida. Finalmente, Hefesto, por órdenes de Zeus, fue quien encadenó a Prometeo condenándolo a su castigo eterno.


Simbolismo numérico de su nombre
La matemática sagrada era de fundamental relevancia entre los esoteristas griegos de los primeros tiempos y, fundado en los números sagrados, es posible descifrar “movimientos” simbólicos y características de las deidades griegas. Existen tres números claves, que la Tradición atribuye al dios egipcio Thoth: √2, Principio cósmico generador; √3, Principio formador del universo y √5, Principio regenerador que da continuidad a la vida.
En el caso de Hefesto, su nombre da el valor numérico 12899 y esto permite encontrar los siguientes resultados aproximados:
HEFESTO/PYR10 = √5 y (HERA + ZEUS)/HEFESTO = √3/2. En el primer ejemplo, la relación entre Hefesto y el Fuego nos proporciona el Principio regenerador de la vida; así este dios puede interpretarse como el que permite, con sus creaciones, que el Universo esté en un movimiento regenerativo continuo. Del segundo ejemplo es posible interpretar que, estos tres dioses forman un triángulo equilátero, del cual Hera y Zeus le dan la altura y Hefesto compone la diagonal que unifica lo vertical y lo horizontal; además los tres lados de la figura tendrían el valor de Hefesto, recordando que el número 3 es el número de la manifestación: la creación sostenida por la voluntad y el compromiso.


También es destacable la aparición del número nueve en sus mitos, número relacionado con la Luna, sus etapas y el período de gestación de la vida, así como las Musas, por ejemplo.
Comentarios finales
Hefesto es el dios que prepara las formas precisas y perfectas para que luego el Alma Inmortal pueda vivificarlas. Como el Fuego, Hefesto es el dios que cae del Olimpo, para volver a elevarse desde la materia y ser glorificado por el brillo de sus obras, realzadas en belleza y amor. Es el Fuego de Hefesto que, nacido desde las entrañas volcánicas de la Tierra, ilumina y forja la voluntad de los dioses en el mundo manifestado, avanzando contra su inercia11. Moldea la Sustancia Primordial, la materia caótica primigenia, para darle la forma del Pensamiento Divino y del Caos dar vida al Cosmos.
Hefesto es quien hace brillar el hierro tosco derretido por el fuego y enfriado por el agua y el aire. A través del incansable y estridente golpe del doble martillo contra el yunque, forja la voluntad de los héroes, brindándoles sus armas y sus protecciones.
En este mundo carente, casi en su totalidad, de hombres comprometidos que busquen convertirse en héroes, es en nuestras forjas subterráneas más profundas que podremos encontrar al Hefesto que alguna vez nos creó y habita en el interior. Tomando prestado de su Fuego Sagrado, podremos forjar nuestra voluntad e inspirar a los que vienen, para continuar con la Marcha de la Humanidad en el paso por el tiempo y como el dios, estar eternamente ocupados con tareas divinas.
Franco P. Soffietti
Bibliografía
[1] – Himnos, Homero.
[2] – El Gran Libro de la Mitología Griega, Robin Hard, 2004. Ed. La Esfera de los Libros.
[3] – El universo, los dioses, los hombres. Jean-Pierre Vernant, 1999. Ed. Anagrama.
[4] – Los mitos griegos I, Robert Graves. Versión libre en internet, sin información de la editorial.
[5] – Himnos Homéricos, “La Batracomiomaquia”. Ed. Gredos, 1978.
[6] – Glosario Teosófico, Helena P. Blavatsky. Instituto Cultural Quetzalcóatl.
[7] – Helena Petrovna Blavatsky e a redescoberta da “Cabala Grega” e das suas Leis: A chave “lexarítmica” de interpretaçao. Artículo en portugués de Nueva Acrópolis Portugal.
1 – Con este ornamento suele representarse también a Ulises, el “polimecánico”, genio constructor.
2 – Tal vez relacionada con Festo, en la isla de Creta.
3 – En una interpretación simbólica, puede verse al matrimonio como la unión sagrada de los géneros, síntesis que permitirá la regeneración de la vida.
4 – Diosa del mar que convertida en paloma puso el huevo cósmico.
5 – Esta procesión con el tiempo formó parte de las celebraciones ditirámbicas del siglo V en Atenas.
6 – Lugar de procedencia de Dionisios.
7 – Véase Cabires en el Glosario Teosófico.
8 – En una clave esotérica de interpretación, la humanidad al recibir el Fuego de Prometeo, recibe también la dualidad de los sexos y la capacidad de generar.
9 – El 209° número primo.
10 – Pyr = Fuego en griego clásico.
11 – Tal vez por este motivo sus pies suelen estar representados al revés.
Pingback: Los hijos de Zeus en la Teogonía de Hesíodo – RevistAcrópolis