Se dice que la iniciación poética de Hesíodo tuvo lugar en las laderas del Helicón mientras cuidaba sus rebaños: “… se dirigieron a él las Musas y luego le entregaron una rama de laurel a modo de cetro que simboliza la misión profética que le habían encomendado a Hesíodo…”.

El origen del Cosmos
A través de sus voces inmortales, las Musas le cantaron a Hesíodo. Le cantaron aquello que, a través de su libro La Teogonía, nos dejó como legado mitológico sobre el origen de las generaciones de los dioses griegos. La acción de las Musas entre los humanos es inspirar al poeta; al ser hijas de Mnemosine -diosa de la memoria- y de Zeus, su canto es manifestación de la voluntad de recordar lo que no debe olvidarse, lo eterno y verdadero.
En cuanto a la cosmogonía, se dice que en primer lugar era el Caos. Después nace Gea y por último, Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales. Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. Luego, con Urano dan a luz a Cronos y Rea, quienes serían los que engendrarán a Zeus, junto a los otros dioses del Olimpo: “… Histia, Hera de áureas sandalias, el poderoso Hades que reside bajo la tierra con implacable corazón, el resonante Ennosigeo y el prudente Zeus, padre de dioses…”.

Los doce dioses olímpicos gobernaron el mundo después de la derrota de los Titanes. Zeus, Poseidón y Hades se repartieron el universo: Zeus, el cielo; Poseidón, el mar; Hades las regiones del inframundo. En cuanto a la tierra, se consideraba como su territorio común.
Prestando especial atención a Zeus, este es considerado el emblema supremo de los dioses, gobernantes y guerreros. Es símbolo de la majestuosidad, valentía e inspiración espiritual. En Hesíodo se ve como garante de la justicia, muestra ante los otros dioses equilibrio e imparcialidad. El rayo que es su símbolo fundamental representa el fuego y la voluntad. Ahora bien, considerando todas estas características, analizaremos cómo se fueron canalizando de una manera perfecta, a través de su descendencia.
Las uniones de Zeus con Diosas

Las uniones de Zeus simbólicamente reflejan la armonía universal, como dice Mario Meunier: “… aunque Zeus no conoció más que una sola mujer, los poetas nos lo representan muchas veces trashumante para escoger y amar a ninfas de la tierra. Ahora bien: estas ninfas que amó no son más que imágenes graciosas de las diversas fuerzas que entran en juego en la naturaleza y cuando se dice que Zeus se casaba con alguna, es forzoso entender que asociaba su intervención a la ley que rige la armonía del mundo…”
Comenzando con una de esas uniones, “… Zeus rey de dioses tomó como primera esposa a Metis, la más sabia de los dioses y hombres mortales. Mas cuando ya faltaba poco para que naciera la diosa Atenea de ojos glaucos, engañando astutamente su espíritu con ladinas palabras, Zeus se la tragó por indicación de Gea y del estrellado Urano…“. Es así que la diosa Atenea nace luego de la cabeza de Zeus, hecho que se puede comprender como la aparición de la inteligencia divina. La búsqueda de la sabiduría es una de las inspiraciones más grandes que persiguen los filósofos y este amor los unifica a través de siglos y de civilizaciones. Por otro lado, Atenea tiene una faceta guerrera como protectora de la humanidad. Esta protección no es solo la idea de custodiar, sino de darnos las herramientas para poder luchar con uno mismo, en la búsqueda interior para aprender a VIVIR.
Continuando con las uniones de Zeus, Hesíodo relatará que: “…Su segunda esposa fue la brillante Temis que parió a las Horas, Eunomía, Dike y la floreciente Eirene, las cuales protegen las cosechas de los hombres mortales, y a las Moiras, a quienes Zeus otorgó la mayor distinción, a Cloto, Láquesis y Atropo…”

Temis era la diosa de la justicia, pues una de las cualidades de Zeus, es ser garante de la justicia. Esa justicia que, a través de sus leyes, se traduce en orden y equilibro en todo el cosmos y en todos los seres partícipes de él. El hombre como parte del todo también está sujeto a las leyes que lo rigen. Una de esas leyes son las que regulan los ciclos de la vida. Como hijas de Temis y Zeus tenemos a las Las horas y La Moiras.
Las Horas serán una forma de medir el tiempo y posteriormente pasarán a representar las horas del día. Son divinidades que reflejan el orden de la naturaleza, regulando el paso del tiempo y sus alternancias, como lo vemos en las estaciones. El ser humano está sujeto al paso del tiempo, es parte de esos ciclos necesariamente y debe adecuarse y vivirlos con ese ritmo propio de la naturaleza.
Por su parte, las Moiras representan el destino, tejen el tapiz de la vida de cada mortal y en el momento señalado, cortan su hilo. También ayudan a mantener a los hombres respetuosos del orden y las leyes divinas. Se decía que habitan en un palacio de bronce en cuyos muros solían inscribir el destino de los seres humanos. Según la concepción griega, todos tenemos nuestro camino que está predestinado, quedando sujeta a las decisiones humanas el modo en que transitamos esa ruta. Es la hermosa posibilidad de aprender a vivir.
“…Con Eurínome, hija del Océano, de encantadora belleza, le dio las tres Gracias de hermosas mejillas, Aglaya, Eufrósine y la deliciosa Talía…” . Su naturaleza y energía es primaveral, hacen brotar las plantas y todo lo que simboliza la primavera en las personas; el renacer luego del invierno. En ellas podemos inspirar la fuerza juvenil tan necesaria para todos los seres humanos. Se cuenta que las gracias traen los festines alegres del Olimpo, pues al llegar impregnan de regocijo, aportando las más delicadas danzas, las melodías más dulces e inspiradoras.


“… Luego subió al lecho de Deméter nutricia de esta parió a Perséfone de blancos brazos, a la que Edoneo arrebató del lado de su madre; el prudente Zeus se la concedió…”. Deméter es la diosa de los misterios y de la vida y la muerte. En el mito de Perséfone, esta es es secuestrada por Hades y llevada al inframundo. Allí vive la mitad del año -como reina-, para luego volver a la tierra -como doncella- y vivir junto a su madre el resto del año. Mientras Perséfone reside en el Hades, en la tierra hay sequía y frío; cuando asciende, resurge la primavera. Deméter, quien rige estos ciclos y los movimientos de su hija, muestra simbólicamente la posibilidad de los seres humanos de elevarse en cada primavera y renacer nuevos y mejores.
Continuando con la descendencia de los dioses, la mitología contará que: “… Leto parió a Apolo y a la flechadora Artemisa, prole más deseable que todos los descendientes de Urano, en contacto amoroso con Zeus portador de la égida…”. Apolo es un dios solar y representa al Sol. Tiene su energía, la que hace germinar los frutos con sus primeros rayos en primavera. Su hermana Artemisa era adorada como diosa de la fertilidad porque ayudaba en los partos. Esta habilidad especial, trasladada a la filosofía, puede verse en el concepto de mayéutica de Sócrates. Este filósofo, a través del diálogo actuaba en el alma de las personas, como hacían las parteras en el cuerpo de las mujeres, ayudando a dar luz a la sabiduría olvidada.

“…En último lugar [Zeus] tomó por esposa a la floreciente Hera; ésta parió a Hebe, Ares e Ilitía en contacto amoroso con el rey de dioses y hombres. Hera dio a luz, sin trato amoroso -estaba furiosa enfada con su esposo- a Hefesto, que destaca entre todos los descendientes de Urano por la destreza de sus manos…”. Zeus también tuvo otros hijos, por ejemplo, con la Atlántide Maya parió al ilustre Hermes, heraldo de los Inmortales, subiendo al sagrado lecho.
Los hijos de Zeus y mortales: los héroes

Se dice en la mitología griega que hubo una edad heroica, donde los dioses intervenían manifiestamente en la vida humana. Al ser visible la intervención divina, las acciones humanas eran transparentes en sus móviles y causas. Los HÉROES, personajes guiados por los dioses, quienes velan por los principios de sus conductas, se consideraban como personificaciones de las virtudes, la justa medida en el ser humano. En los héroes puede verse el amor, la voluntad y la inteligencia a favor de la humanidad.
Zeus no solo tuvo uniones con diosas si no también con mortales. Entre sus heroicos hijos, en La Teogonía Hesíodo nos habla de Alcmena quien “… parió al fornido Heracles en contacto amoroso con Zeus amontonador de nubes…».
A modo de reflexión final vemos que la primera unión es con Metis, la diosa de la inteligencia y da origen a la sabiduría. Es la inteligencia divina lo que da origen a todo y lo que luego se manifiesta. Inmediatamente al ver las Moiras y las Horas podemos comprender que los seres humanos tenemos libre albedrio de conducirnos concientemente por los caminos determinados por la voluntad divina. Estas diosas nos recuerdan que todos respondemos a ciclos y podemos encontrar la armonía para ser parte y fundirnos en el todo. El entendimiento es el comienzo para poder transitar nuestra ruta y que el libre albedrio en nuestras elecciones pueda ser distinguido con discernimiento y la claridad que nos brinda Apolo. Podemos marchar en este camino con la danza de las Gracias, de una manera feliz y renovada. Pero también con una actitud activa y generadora de cambios, inspirándonos en el simbolismos del Héroe, que atraviesa pruebas para perfeccionarse, no por uno mismo, sino para toda la humanidad.
María de Jesús Cuadro
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