La palabra “alma” deriva del latín “ánima”, que viene a significar lo que anima, lo que mueve. Podría provenir de cierta raíz pre-indoeuropea de la que también derivaría otra palabra griega parecida: “anamos”.
La concepción primitiva de “ánima” se refería a aire o aliento, semejante a la palabra griega pneuma. Con tal significación se usaba también en Grecia la palabra “psiqué”, que deriva de la idea de respirar; es el primer soplo o aliento, que alude al hálito que inhala al nacer el ser humano. Y, dado que ese aliento permanece en el individuo hasta su muerte, psiqué pasa a significar la vida. Semejante significado original tendrá la palabra hebrea para alma: “nephesh”, aliento o soplo vital.
En el mundo homérico, existían diferentes nombres para designar variadas fuerzas que animaban a las personas, por ejemplo, el thymos y el menos, que se referían tanto al ánimo, a la fuerza vital y al coraje.
Equipo editorial de RevistAcrópolis