Lexaritmos: matemática sagrada detrás de las palabras griegas

¿Qué son los lexaritmos?

Durante muchos siglos, los conocimientos sobre la existencia de una clave de interpretación “lexarítmica” en el lenguaje de la antigua Grecia, se mantuvo bajo los velos del olvido.

En el griego clásico, los caracteres del alfabeto servían como letras y como números, pero más allá de esta cuestión “técnica” de la lengua, algunas palabras simbólicas y sagradas contenían en su interior, a la manera de la cábala hebrea, un valor matemático que guardaba mensajes de cierta trascendencia.

Cada palabra significaba semióticamente un número y viceversa, conduciendonos a informaciones y relaciones que no son comprensibles en la simple lectura de la “letra muerta” del texto. Por eso, la palabra, como llave numerológica, nos introduce a sistemas de relaciones simbólicas y matemáticas que contienen en sí mismas la explicación y el significado oculto de muchos mitos y alegorías.

Valor numérico de las letras griegas

Además de esta clave, existen seis números sagrados fundamentales, que la tradición atribuye al dios egipcio Thot y en Grecia se mantuvieron presentes y servirán para interpretar las relaciones lexarítmicas. Estos números (irracionales todos) explican ciertos Principios naturales y son[1]:

  • π = 3,141… Principio que expresa la irrupción del espíritu en la materia, o la cristalización en formas de lo indefinido, pues es el número que explica la unión entre la circunferencia (lo eterno) y la línea recta que la atraviesa (es decir, lo que impulsa la manifestación).
  • √2 = 1,414…Principio cósmico generador.
  • φ = 1,618…Principio que ordena y estructura el Cosmos relacionando armónicamente las partes con el Todo.
  •  √3 = 1,732…Principio que da forma al universo.
  •  √5 = 2,236…Principio re-generador que multiplica y da continuidad a la vida.
  • e = 2,718…Número de Euler o constante de Neper, parece que fue calculado por los griegos y otros pueblos con gran aproximación y sería simbólicamente responsable de las espirales de la evolución de la vida y los ritmos en espiral.

De la antigüedad conocemos algunos filósofos que estudiaron la cuestión, desde Homero, con las primeras obras literarias escritas conocidas, hasta el último filósofo neoplatónico, Proclo (siglo IV d. C.), pasando por Pitágoras y Platón todos utilizaron este lenguaje matemático-simbólico.

A partir de los años 70, diversos investigadores como Theofilo Manías y Fritz Rowosky, comenzaron a estudiar las correspondencias de palabras y números en la lengua griega, poniendo al descubierto un completo sistema de codificación que había permanecido oculto e insospechado hasta entonces, con una casi única excepción de Helena Blavatsky, un siglo antes. Es destacable también la investigación desarrollada por el el Instituto de Investigaciones Antropológicas de Nueva Acrópolis y el trabajo desarrollado por Jorge A. Planas de título: Helena Petrovna Blavatsky y el redescubrimiento de la «Cábala griega» y sus Leyes: La clave «lexarítmica» de interpretación.

Principios lexarítmicos

La matemática sagrada era de fundamental relevancia entre los griegos de los primeros tiempos y, estudiando el uso de los números, es posible descifrar “movimientos” simbólicos y características de las deidades griegas, así como conceptos filosóficos y mitológicos.  Las primeras teogonías e indagaciones sobre la naturaleza de la realidad se hacían a través de números y formas geométricas donde, cada divinidad, relación divina o escena mitológica tiene también una interpretación numérico-simbólica que expresa un misterio de la naturaleza y del alma.

Afortunadamente, este conocimiento antiguo no se ha perdido del todo y en las últimas décadas parece haber resurgido. A partir de investigaciones modernas, es posible esbozar ciertos principios generales que rigen el sistema lexarítmico de la antigüedad griega. En este artículo solo se enumerarán los principios y algunos ejemplos por razones de tiempo y de espacio:

1. Los nombres de los Santuarios y Centros de Culto o de las ciudades más importantes de la época, contienen en su lexaritmo las distancias en relación a determinados puntos de referencia o entre ellos.

Así, por ejemplo, el Santuario de Delos está a 1020 estadios (unidad de medida antigua, 1 estadio equivale a 185,45 metros) del Templo de Esculapio en la isla de Kos (donde se dice que nació Homero); pero la palabra Kos tiene un valor lexarítmico de exactamente 1020, indicando una relación oculta con el templo de Apolo en Delos. ¡Qué maravillosa armonía y belleza se esconde en estas relaciones gramaticales-aritméticas!


Relación entre distancias y nombres de templos y dioses.

2. Los nombres indican duraciones y períodos astronómicos, ciclos y otros elementos de carácter celeste o temporal, en lugar de espacial como en el principio anterior.

H. P. B., en el segundo tomo de la Doctrina Secreta menciona: “(…) Osiris era notoriamente el Sol y el río Nilo, el año tropical de 365 días, cuyo número es el valor de la palabra Nilos (…)». Pero, ¿qué quiere decir el texto con el “valor de la palabra Nilos”?

Examinando el lexaritmo de la palabra encontraremos exactamente la respuesta, porque  (N=50) + (E=5) + (I=10) + (L=30) + (O=70) + (S=200) da como resultado 365, es decir, la duración del año solar. Pero, ¿por qué el Nilo? Según el simbolismo en el antiguo Egipto este río era un regulador y dador de vida, el abono, que con sus constantes y regulares crecidas se relacionaba con el recorrido del Sol en el Cielo y, en consecuencia, con el dios Osiris.

Por otro lado, también es muy interesante que el lexaritmo de Nilo tiene una relación diámetro-circunferencia con el lexaritmo de la palabra Océano, de modo que , relación que representa geométricamente en la figura.

Así, simbólicamente se entiende que el Océano celestial constituye la periferia o circunferencia de nuestro Sistema Solar, es decir, el Anillo «límite» de las tradiciones orientales. El Nilo, a su vez, asociado a Osiris, atraviesa de “punta a punta” el océano cósmico para dar vida en su interior.  Aquí vemos cómo los griegos se preocuparon por mantener los simbolismos de la mística egipcia en relaciones lexarítmicas al hacer las transcripciones lingüísticas del egipcio al griego.

3. Los nombres lexarítmicos indican, ya sea en su propio lexaritmo o mediante relaciones aritméticas con otros nombres relacionados simbólicamente, los números trascendentales π, φ y e, que en la antigüedad eran considerados mágicos y sagrados.

Por ejemplo, la relación entre Apolo y Artemisa, según esta clave lexarítmica, es 1,6174, valor extremadamente cercano a , proporción que rige la Naturaleza y el Arte.

Así, Apolo representa la luz del sol y Artemisa la luz de la luna; del equilibrio entre ambas es que florecen en la Tierra las innumerables formas de la naturaleza. Apolo puede interpretarse como la mente pura, mientras Artemisa se relaciona con la intuición, ambas necesarias para desarrollar el camino hacia la sabiduría. La relación entre las deidades habla de un desarrollo armónico de los elementos que componen la Naturaleza, por eso aparece  entre ellos.

4. Los nombres, en su interpretación lexarítmica, indican relaciones de identidad y correspondencia o analogía entre conceptos teológicos, míticos, semióticos y simbólicos, de carácter fundamentalmente esotérico y filosófico, que permanecían ocultos o simplemente indeterminados.

Por ejemplo, el hombre (Anthropos) tiene el mismo lexaritmo que la naturaleza (Physis), es decir, el valor 1310, que es diez veces el valor de las palabras Unidad (Monas o Mónada) y Todo (Pan), indicando el paralelismo entre la evolución ontogenética (de ser humano) y la filogenética (de la Naturaleza), de la que habla desde hace milenios la Filosofía Esotérica y la Biología en la actualidad.

5. Los nombres, en sus lexaritmos, pueden leerse y combinarse, relacionándose entre sí de forma inversa o según anagramas, es decir, conteniendo los mismos números, pero en distintas posiciones, aunque también expresan relaciones de familiaridad conceptual y simbólica, identificaciones y correspondencias bajo varias aritméticas.

Por ejemplo, la palabra Rueda (Trochos) tiene un valor de 1340, que en un anagrama nos da 1034, que es el lexaritmo de la palabra Dodecaedro (dodekahedron). Este poliedro regular es, según la filosofía pitagórica y platónica, el esquema esotérico básico sobre el que se asientan los cimientos de la Rueda de los Mundos.

Lexaritmos en la arquitectura

En el caso de Hefestos, su nombre da el valor numérico 1289 y esto permite encontrar la siguiente relación:

En este ejemplo, la relación entre Hefesto y el Fuego nos proporciona el Principio regenerador de la vida; así este dios puede interpretarse como el que permite, con sus creaciones y a través del Fuego, que el Universo esté en un movimiento regenerativo continuo. El Fuego es la herramienta de Hefestos para recrear el Mundo.

Pero también es realmente llamativo observar que esta misma proporción se encuentra en la construcción de su templo en Atenas, es decir en el Hefestión.

Si tomamos como unidad la altura que va desde la plataforma del templo hasta el friso (es decir la parte rectangular del templo, la parte terrestre), el ancho del mismo es igual a dos veces esa altura, por la tanto la diagonal que unifica alto y ancho, es √5. Es decir, que la entrada al templo de Hefestos nos habla de su valor esencial matemático y seguramente se puedan encontrar otras relaciones en su altura, su longitud, etc. Así encontramos que arquitectura, matemática y mitología, van de la mano[1] para traer a la tierra una porción del maravilloso e inspirador mundo simbólico.

Fachada del Hefestión

Comentarios finales

Parafraseando a José Carlos Fernández[2]: “La profundidad de estas combinaciones matemáticas es abismal, hace penetrar el alma en la oscuridad del misterio de donde brotan destellos de intuición. Abren la mente a un universo de significados que hacen a la persona, si no más sabia, por lo menos más humilde.”

Franco P. Soffietti

Referencias


[1] Esta cuestión arquitectónica-simbólica, podemos encontrarla también en los mitos del Templo de Salomón, pues las partes y dimensiones del templo, se asociaban a las dimensiones del mítico rey.

[2] Director de la revista Matemática para Filósofos.

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