Ideas que no dejan de iluminar…

Con el surgimiento del Renacimiento en la Europa del siglo XIV se buscó retomar elementos filosóficos y estéticos de la cultura clásica. De modo que, específicamente en Italia, se produjo el movimiento neoplatónico que dio origen a la Academia platónica de Florencia. Fue allí, donde un grupo de hombres de gran admiración hacia las ideas de Platón, Plotino, Porfirio y otros, encabezado por Ficino, fundó esa institución humanista con los fines de reencontrarse con las ideas del mundo clásico.

Esos conceptos neoplatónicos –si nos ponemos a apreciar y reflexionar– también se vieron absorbidos en las obras de arte de la época. Ese período renacentista,  dio lugar a la creación e inspiración donde el artista buscaba, de una manera estética y sublime, reflejar la nueva visión del mundo; una idea profunda por medio de un significado simbólico, a través de la escultura, pintura, música, entre otras expresiones del arte. Consideramos que todas las modalidades del arte nos llevan al mundo de los arquetipos canalizando lo bello.

Podemos señalar el ejemplo de Tiziano Vecellio que seguramente compartía el pensamiento renacentista de aquella Academia y lo dejó manifestado en una de sus obras más admirable. Ésta, desde 1516-1517, fecha en la que se pintó, fue conocida con diferentes nombres siendo el más significativo –a nuestro modo de sentir-: “Amor profano – Amor sagrado”.

«Amor Profano – Amor Sagrado», pintura de Tiziano Vecellio, 1516-1517. Galería y Museo Borghese, Roma, Italia

En una primera aproximación podríamos suponer que los temas centrales están relacionados con el amor y la belleza. Será por eso que hace  referencia a una escena fundamentada en los diálogos platónicos. Partiendo del libro de Platón: El Banquete, donde encontramos esos conceptos: Belleza y Amor. En dicho diálogo se presenta Pausanias diciendo que: “Está comprobado que Afrodita y el Amor son inseparables… ¿Quién dudaría que hay dos Afroditas? …. una más antigua, hija del Cielo y que no tiene madre; la llamamos Afrodita celeste, la otra, más joven, hija de Zeus y de Dione, la llamamos Afrodita popular”.

Afrodita celeste – Fragmento de la obra antes mencionada

Este contraste entre lo terrenal y lo sublime ha sido enfatizado por las dos Venus (Afroditas); una de ellas, la de izquierda, representa el amor profano y material. En la derecha aparece Venus despojada representando el alma pura. Lo podemos ver no solo en la vestimenta, sino también en sus posturas, colores y expresiones. En sus miradas se ve expresado; lo dubitativo y lo indudable. Lo tangible y lo intangible. El apasionamiento y la serenidad.  La volubilidad y la firmeza. No en contraposición, sino simbolizando diferentes grados de perfección y belleza y entre ellas, reina la armonía: Cupido que mueve el agua de la fuente intentando homogeneizar.

Plotino, al hablar de la Belleza afirma que, “existe esparcida por el Universo, presentándose bajo la doble naturaleza de Venus; la Venus Celeste y la Venus Terrestre o Natural. A la Belleza se accede por medio del Amor (en un sentido platónico), la inspiración del artista que debe transcender la belleza terrenal (amor profano) para elevarse hasta la belleza celeste (amor sagrado).”

El artista de la época renacentista se inspira en estas ideas buscando eternidad en sus obras. Así como nosotros al contemplarlas nos movilizan de una manera interior y ascendente, llegando a tocar lo más profundo y bello en nosotros mismos; nos llegan al alma y nos transmiten esa belleza intrínseca. Debemos dejarnos inspirar para alejarnos de las formas e irnos a la esencia. La obra que elegimos en esta oportunidad nos  hace suspirar al observarla y pensar en esos dos conceptos: el amor y la belleza. Recordando a varios filósofos que afirman que cuando el alma aspira al Bien y a la belleza, fecunda a ese dáimon  socrático, dando luz al Eros, al amor.

A continuación, nos preguntaríamos: ¿Puede la belleza y el amor relacionarse con la vida virtuosa? ¿Podría el anhelo de lo bello conducirnos a la vida buena?

Citando a  Sri Ram en un tratado acerca de la belleza y la virtud: “Cuando hay un sentido de la belleza, todo lo que uno hace siguiendo ese sentido será hermoso. De la misma forma puede haber un sentido de la virtud o de la rectitud y cuando entra en acción todo cuando uno hace, piensa o siente, es correcto y hermoso.”

En conclusión, retomamos a Plotino quien nos señala que uno debe ir buscando la belleza en uno mismo. Si aún no la encuentra, debe hacer como un escultor: debe esculpirse y pulirse quitando lo superfluo y logrando sacar su propio brillo hasta manifestar el esplendor divino de la virtud.

El alma no vera lo bello si no es bella.”

María de Jesús Cuadro

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