¡No veo, madre, no veo!
Es muy densa la espesura
y las sombras de la noche me dan miedo.
No me atrevo a sospechar que me perdí.
Atrevida, fui en busca de aventuras
fascinada por la lucha
en que viera a los guerreros,
tras la batalla, vencer.
Pero madre, ¡es tan dura la jornada!
Me enfrenté con el dolor
y el dragón ni se ha inmutado
ante el gesto de mi espada.
Quiero saberte muy cerca,
que atentamente vigilas
el tesón con que me esfuerzo.
¿Te moverás en mis dedos
de manera inteligente
para atinar a Goliat
en el centro de la frente?
Fuiste tú quien me enseñaste
que hay un Genio Superior
en lo oculto de mi lámpara.
Como Aladino quisiera
que me digas la palabra
que le dé su libertad.
Y el oráculo responde:
«¡El secreto está en amar!».
Teresa Cubas Lara
teresacubaslara@gmail.com