La polinización y la transmisión de la sabiduría

La polinización y la perduración de la vida

          En numerosas culturas clásicas la naturaleza fue considerada un gran ser vivo que se desarrolla relacionando y equilibrando cada una de sus partes. Al analizar los elementos que constituyen nuestro ambiente, es posible observar que cada uno tiene una tarea específica en un lugar determinado y de esto depende la vida en la tierra.

          Los elementos naturales: átomos, minerales, vegetales, animales, humanos y todos los seres vivos en general se interrelacionan, se complementan y evolucionan con el paso del tiempo. Como el ser humano puede verlo en las sociedades, los sistemas en la naturaleza tienen la capacidad de responder a los estímulos que sus ambientes les proveen, relacionarse con otros y mutar para sobrevivir como individuos y como especies.

          Uno de los procesos en que podemos ver a distintas especies que trabajan en armonía y evolucionan en conjunto es el de la polinización. Mediante esta tarea, el polen generado en los órganos reproductores masculinos de una flor (estambres) es transportado hacia el órgano femenino receptor de otra flor (estigma) haciendo posible la producción de frutos y semillas. Para la supervivencia de estas plantas es fundamental la colaboración de agentes polinizadores que hacen más fácil el proceso, como el agua, el viento y algunos animales como: mariposas, colibríes, murciélagos, abejas y otros insectos.

Partes de una flor

          En la constante transformación de este plano manifestado de la realidad es posible observar cómo algunas especies vegetales adaptaron la forma de sus flores para volverse más llamativas y cómodas para sus polinizadores. Estos últimos también modificaron su cuerpo y sus conductas para sobrevivir y adaptarse a los cambios de su entorno. Por ejemplo, los colibríes transformaron sus picos y las mariposas sus espiritrompas para que estos órganos pudieran ingresar a los tubos florales y alcanzar el néctar en las profundidades de la flor.

          Según la biología actual, con la aparición de las flores las plantas debieron desarrollar estrategias para pasar desapercibidas por los herbívoros y a la vez, llamar la atención de aquellos animales que podían ser sus aliados. Con el tiempo, cada flor comenzó a producir sus propios colores, aromas, formas y tamaños, dando como resultado la inmensa y fascinante diversidad que podemos admirar hoy en día.

Diversidad de flores

          Durante dicho proceso evolutivo las flores empezaron a producir néctar, una sustancia atrayente por sus olores y sabores, que entregaba como “recompensa” por el servicio de la polinización. Así, cuando estos animales polinizadores visitaran las flores en busca del néctar que los alimentaría, llevarían consigo el polen cargados en sus pelos o plumas. Al visitar la siguiente flor, estarían fecundando otros óvulos y posibilitando la continuidad del proceso natural de la vida, el desarrollo de los frutos, la germinación de las semillas y el nacimiento una nueva planta.


Simbolismo de las mariposas, los colibríes y las flores

          En las culturas clásicas, cuya concepción de la vida estaba estrechamente vinculada a la de la naturaleza, cada ser que observaban podía transmitirles una enseñanza, una reflexión. Por lo tanto, cada elemento podía ser reconocido como un símbolo. Las flores en estos pueblos estuvieron relacionadas a la finalización de una obra, a un logro profundo, a la pureza y en el límite, a la perfección. Por ejemplo, la rosa en occidente o el loto en oriente, como relata la mitología hindú: del ombligo de Vishnú emerge un loto cuya corola abierta contiene a Brahma[1] (Simbolismo del loto).

          Las obras de los grandes personajes de la historia, simbolizadas como flores que sintetizan sus enseñanzas, permitieron que la sabiduría se mantenga viva a través de las generaciones. Mientras que los polinizadores, los filósofos que buscan en el néctar de estas flores el alimento de su alma, son los encargados de colaborar en la transmisión.

          Curiosamente, numerosas culturas identificaron en las mariposas y los colibríes al alma humana en su desarrollo evolutivo. Pues en sus formas de volar unificando diferentes planos observaban la sutileza y la belleza que atribuían al alma. Mayas, incas, birmanos y pueblos americanos, entre otros, entendían que nuestro cuerpo físico -de naturaleza terrestre- era animado por el espíritu -celeste- que transciende el tiempo. El alma constituía un tercer elemento capaz de unificar la materia con el espíritu o, dicho de otra manera, capaz de unir como un puente el cielo con la tierra.

          Pensando biológicamente en las particularidades de cada una de estas especies, los colibríes, por sus características anatómicas, son las únicas aves capaces de volar en las siete direcciones del espacio. Es en el vuelo que el colibrí despliega su belleza y libertad; semejante al alma que despega de la superficie hacia la altura. A su vez, según la civilización Inca, las mariposas al revolotear sus alas con llamativos colores, invitaban a la conciencia a remontar su camino de vuelta al Sol.

          En síntesis, colibríes y mariposas, mientras se alimentan de las flores, colaboran con la perduración de la vida de las plantas. Así también el trabajo de las almas filósofas, que buscan en las tradiciones clásicas el néctar de la sabiduría, permite que esta se mantenga viva atravesando el río del tiempo.

          Pero este proceso no es sencillo ni instantáneo. La primera etapa en la vida de las mariposas es ser orugas. Estas se arrastran sobre la superficie y se alimentan de la hoja de la planta. El siguiente nivel de su ciclo vital lo atraviesa en su crisálida. En este momento de profunda metamorfosis interior y exterior la oruga se refugia en su capullo y al cumplir el tiempo que le demanda su transmutación, comienza poco a poco a salir del encierro, mientras su nuevo cuerpo adquiere la fortaleza necesaria para su nueva labor. Al finalizar, la mariposa está lista para expandir sus alas y alzarse en vuelo dejando atrás su etapa terrenal, vinculándose con el cielo. Es interesante además observar que la espiritrompa de las mariposas nos recuerda a las coronas del Bajo Egipto y del Egipto Unificado.

Etapas en la metamorfosis de una mariposa

         El proceso de polinización y la transmisión de la sabiduría parecen ser analogías directas. Nutrirse y transmitir, desarrollarse y servir a los demás parecen ser mecanismos de los seres vivos para evolucionar; lograr que la vida siga y la rueda del destino siga su movimiento infinito.

Luisina Battistón y Franco Soffietti


[1] Los dioses Vishnú y Brahma, junto con Shiva, conformaban la tríada principal de la tradición hindú.

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