“Muchas cosas temibles existen, ninguna más temible que el ser
humano. Y este avanza con invernal viento del sur más allá del
mar canoso pasando bajo olas mugidoras, y a la Tierra, a la
más poderosa entre los dioses, indestructible e incansable,
desgasta duramente, habiendo sido empujados los arados año
tras año con la raza equina labrándola”.
Sófocles, Antígona vv. 332-341

Este texto pertenece a la obra trágica Antígona, representada por primera vez por el poeta Sófocles el año 441 a.C. Forma parte del discurso del coro, uno de los más comentados tanto filosóficamente como filológicamente. Los estudiosos lo llaman “la oda al ser humano” ya que presenta la naturaleza del ser humano: ambigua y paradójica, capaz para las más desafiantes empresas. Su habilidad y osadía lo lleva a la cúpula y esta misma característica lo deja caer en el abismo.
El coro de los tebanos ancianos[1] pronuncia un discurso reflexivo acerca de lo temeroso y asombroso de la naturaleza humana. Es un verdadero elogio a la τόλμα (tolma)[2] humana, su ingenio y su capacidad de osarse en empresas arriesgadas tanto para lo positivo como para lo negativo así como se señala por el término ambiguo δεινός (deinos)[3] y su riqueza semántica: se puede traducir como temeroso, asombroso, milagroso, temible, poderoso, extraordinario. El coro, como un personaje más en las tragedias sofocleas, juega un gran rol en la representación dramática. En Antígona los quince ancianos que constituyen el coro están fieles en su papel: se muestran prudentes, dan consejos y están dispuestos a conservar la paz en la ciudad la cual reciben saludando en los primeros versos de la obra. El discurso del coro tiene tono de sentencia, es una gnome. El coro se encuentra desbordado por la noticia de que alguien ha intentado sepultar al muerto desobedeciendo el edicto del rey Creonte. En estos versos no se destaca tanto la sabiduría del ser humano sino el hecho que este es temible precisamente por su audacia. La osadía lo conduce a realizar descubrimientos y hazañas con valentía y coraje.
Son muchas las cosas temibles pero ninguno más temible que el ser humano. Esta máxima se desglosa en los siguientes versos con las palabras del coro que describen todo aquello que el ser humano puede llegar a realizar y sus consecuencias: digno de temerse, fuerte, poderoso, admirable y extraordinario. En los versos traducidos se presentan dos logros del ser humano en cuanto el ambiente natural: la navegación y la agricultura. Una vez enunciada la sentencia, el coro desarrolla en qué consisten sus logros.
Primero, menciona la empresa difícil y peligrosa de navegar avanzando más allá del mar con viento de tempestad bajo el poder de las temerosas olas mugidoras. La osadía y el coraje del ser humano lo llevan a desafiar las fuerzas de la naturaleza. Luego, se refiere a la Tierra (la diosa Gea), a la diosa más poderosa. El ser humano trabaja duramente y desgasta la indestructible e incansable Tierra a lo largo del tiempo usando el arado y labrándola con la ayuda de los caballos. En esta última imagen se señala el ingenio del ser humano para fabricar las herramientas incluyendo los animales para trabajar constantemente los recursos que sin cesar le brinda la Madre Tierra. Señalamos el uso de la figura de oxímoron: “a la Tierra, a la más poderosa entre los dioses, indestructible e incansable, desgasta duramente”.

En esta primera estrofa comienza la oda al ser humano que presenta todos los logros que este ha alcanzado con su ingenio, valentía y atrevimiento. Es precisamente la osadía de Antígona que ha llevado al coro a reflexionar sobre lo que es capaz de realizar el ser humano. En su profundo humanocentrismo, Sófocles pone en tensión las dos caras de la osadía; lo extraordinario del ser humano yace en su fuerza que es digna de temerse. El héroe sofocleo se encuentra en la encrucijada entre su audacia de desafiar los límites naturales y el exceso de la misma: la hýbris; el ser humano es per se un oxímoron. De este modo lo resalta el poeta trágico usando el término multivalente y paradójico deinos abriendo un abanico de múltiples posibilidades de traducción. Asimismo, la naturaleza humana: ambigua y paradójica con múltiples posibilidades de acción y temibles consecuencias.

La tragedia fue un fenómeno del siglo 5º a.C., contemporáneo de Sócrates y del nacimiento de la dialéctica. Fue un modo de poner en escena los conflictos humanos y sociales; los sufrimientos y las crisis. Así como las sin-salida búsquedas de justicia y reconocimiento en nivel personal y social. En la tragedia los dioses se presentan operando en la polis y en la misma psiquis humana. Las obras trágicas son espectáculos que ponen en escena la paradoja del ser humano ante los ojos de los mismos ciudadanos; hacen públicos sus mismos conflictos. Los atenienses del siglo 5º, del siglo de Oro de Pericles conocen que son capaces para la areté (excelencia) y para la hýbris (desmesura, imprudencia). En este mismísimo punto nace su tragicidad: en la encrucijada de su decisión. Unos pocos años después, Platón escribirá que hace falta valentía para ser filósofo. Tal vez se refería a esa valentía de decidir hacia dónde conducir el ingenio humano. Esa decisión dignifica al ser humano y lo planta frente su destino del mismo modo que lo hace Antígona, firme en su decisión de obedecer a las leyes divinas y no el edicto del rey.
María Kokolaki
[1] El coro en Antígona es constituido por quince ancianos ciudadanos de Tebas.
[2] Termino griego para referirse a la osadía que desafía la naturaleza.
[3] Sófocles en su producción poética se caracteriza por el uso de los términos lingüísticos de doble sentido que evidencian su maestría poética. Este uso resalta la ironía trágica.
Excelente
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