Fotosofía: La inspiración

“Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar (…)” (La Odisea, Homero)

De esta manera, al igual que La Ilíada, comienzan los cantos del poeta griego Homero, padre de la civilización helenística y, de alguna manera, de nuestro mundo actual. Referencias similares encontramos en Hesíodo, cuando comienza la Teogonía hablando de las Musas, en los bardos nórdicos al contar las travesías de Thor, Loki u Odín; en los poetas aztecas como Nezahualcóyotl y en innumerables referentes más del mundo y de la historia. En nuestro país, una de las obras clásicas de la literatura, el Martín Fierro, también comienza con una evocación a la Memoria:

“Pido a los santos del cielo que ayuden mi pensamiento: les pido en este momento que voy a cantar mi historia me refresquen la memoria y aclaren mi entendimiento.”

Las obras de los poetas, artistas, científicos, artesanos, arquitectos, exploradores, músicos y hasta de los políticos más grandes de la historia humana, por lo general coinciden en el hecho de que sus creadores no atribuyen la obra a su persona, sino a la inspiración divina de alguna deidad o ser, que hace de intermediario entre el mundo celeste y el mundo terrestre.

Según los griegos, la inspiración, en elevados términos, lleva a las personas creativas a un estado de éxtasis o contemplación de lo sagrado y atemporal. El artista, así, es transportado más allá de su propia mente y recibe los pensamientos del cielo y es esta experiencia despierta un fuerte impulso creador. Es muy importante destacar que la inspiración y el esfuerzo de crear van de la mano, pues como decía Picasso, la inspiración te alcanza cuando estás trabajando.

La ayuda de las Musas viene dada en cuanto a la esencia, mas no a la forma: el poeta invoca a las Musas preguntando qué ha de decir, no cómo ha de decirlo. Ellas cantan pasado, presente y futuro para transmitir el conocimiento y abrir una comunicación entre nosotros y lo más elevado de la Naturaleza; inspiran a establecer un vínculo entre la tierra y el cielo, entre nosotros y los valores atemporales. El conocimiento percibido como inspiración divina, constituía una fuente verídica de conocimiento y de memoria ancestral en las culturas y civilizaciones clásicas.

En la mitología griega las nueve musas son las encargadas de conservar y perpetuar la memoria del conocimiento olvidado. La gracia de las musas consiste en mantener vivo el recuerdo del ser en el hilo del tiempo; escudando la memoria de la humanidad en su paso a través de los ciclos del tiempo.

Estas deidades inspiradoras también han sido, desde tiempos remotos, las responsables de conservar y perpetuar la memoria primordial en lo profundo del ser humano. Tal vez por esto sea que existe una imperiosa necesidad de buscar lo que uno mismo siente que le está faltando, un instinto de eternidad, aquello olvidado en el interior que clama por ser recordado. Es la inspiración, mediada por las Musas, la misteriosa fuerza natural que hace que el alma emprenda el camino de regreso a la fuente de la memoria atemporal, des-velando su identidad trascendente. Su resultado: el entusiasmo.

Equipo de RevistAcrópolis

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