Reconocida como la primera escritora profesional en la historia medieval de occidente, se la define además como pensadora política y moral, dada la calidad de su obra. En el contexto en el que se desarrolla su vida, hacia el siglo XIV, podemos afirmar que la suya no fue una tarea fácil.
Nacida en Venecia en 1364 bajo el nombre de Cristina da Pizzano, era hija de un gran erudito de la época: Tomasso da Pizzano. Este personaje era reconocido en todas las cortes europeas por ser un gran conocedor de materias tales como medicina, matemática, filosofía e historia, además de ser popular por sus conocimientos en astrología. Tomasso se preocupó por que, además de sus dos hijos varones, Cristina recibiera una formación intelectual, hecho que para la época era bastante inusual.

En 1368 Tomasso es invitado a trabajar en la corte del Rey Carlos V de Francia y toda la familia se muda a París. Comienza un capítulo fundamental en la vida de Cristine (así la llamaban en Francia). Ya que desde niña se había destacado por ser una niña curiosa y ávida de conocimientos, tanto ella como sus hermanos recibieron una brillante formación en la corte, teniendo a disposición la impresionante Biblioteca del Louvre. Llamaba la atención en las reuniones sociales del palacio por su habilidad para la palabra, por lo que frecuentemente era invitada a recitar poemas que ella misma componía, haciendo las delicias de su público. Siempre con el apoyo incondicional de su padre, continuó su formación disfrutando de la escritura, inspirada, no solo en temas de poesía romántica, si no también de relatos históricos, entre otras temáticas.
Como era costumbre en la época, alrededor de los 15 años toda joven virtuosa debía ya pensar en formar un hogar y mayormente sus familias organizaban las bodas. El elegido para Cristine era un joven asesor de la corte, llamado Ettienne de Castel, unos años más grande que ella y del cual siempre guardó el mejor de los recuerdos. Era preocupación de Cristine que, aun siendo una mujer casada, pudiera continuar con su pasión por el estudio y por la escritura y su formación académica. Para su alegría, el esposo, que además la admiraba, no puso objeción alguna para que pudiera continuar con las tareas que tanto amaba.
Fue madre de tres hijos y tuvo una etapa de gran felicidad. Pero la buena fortuna acabó pronto y en un período de pocos años la vida de Cristine cambió rotundamente… En una trágica sucesión de hechos muere su padre, muere el Rey y sus hermanos varones se marchan a Italia. Poco después su esposo también fallece a causa de la peste. En una Francia convulsionada luego de la muerte del máximo mandatario, con sus tres hijos, su madre y una sobrina a cargo, batalló con poca suerte por una pensión. Contrariamente a la lógica de la época que hubiese sido buscar un segundo matrimonio, ella apeló a su considerable habilidad para las letras y así generar un ingreso económico que le permitiera sostener a la familia.

Comenzó por escribir literatura romántica, muy popular por aquel entonces, consiguiendo así clientes entre los que figuraban miembros de la realeza, como el Duque de Orleans, el Duque de Borgoña y algunos condes ingleses.
Poco a poco Cristine comienza a transformarse en una escritora de temas sociales, políticos y educativos. Se dice que, influenciada por su propia experiencia de vida, comenzó a preocuparse por el rol social de las mujeres.
Fue muy crítica con algunos escritores de su tiempo, como Jean de Meung, un popular autor de la época que escribió entre otras obras, la segunda parte del Román de la Rose, un libro que incluía comentarios ofensivos contra las mujeres. Esto hizo que Cristine expusiera públicamente sus argumentos contra el autor haciendo gala de sus conocimientos de literatura y retórica a nivel académico. A partir de ese momento nace un movimiento llamado “la querella de las mujeres” que se prolonga hasta la Revolución francesa. Cristine pone en discusión las actitudes vulgares y misóginas de algunos escritores, pero además exhorta a las mujeres a cultivar sus habilidades y virtudes para vivir mejor.

Una de sus obras, cuya fama siguió hasta nuestros días, es su libro La Ciudad de las Damas donde la idea central de la obra es la creación de una gran ciudad metafórica, construida por y para mujeres heroicas y virtuosas. En el libro, el personaje central mantiene un largo diálogo con tres damas que son la personificación de virtudes fundamentales: Razón, Rectitud y Justicia. Esta obra le valió una relevancia extraordinaria, mostrándola como defensora de las mujeres, instando a que sean respetadas, consideradas socialmente y formadas intelectualmente al igual que los hombres. Además de esta obra, su carrera como escritora fue sumamente prolífica y se completa con casi 40 obras literarias de variados géneros. Algunas de sus obras fueron:
- Temas de política y militares: La Guerra de los 100 años. El Libro sobre los hechos de Armas y Caballeros. El Libro de la Paz.
- Las epístolas de Othea a Héctor: sobre la formación moral de los jóvenes aspirantes a Caballeros de la Corte.
- Biografía del Rey Carlos V de Valois.
- El Largo Camino del Estudio: sobre sus años de formación académica.
- El Libro sobre la mutación de la fortuna: sobre aspectos de aprendizaje de su vida y de personajes famosos como Alejandro Magno.
- Canción en Honor a Juana de Arco, personaje que admiró profundamente.
Continuó escribiendo hasta el fin de sus días, que transcurrieron en el Monasterio de Poissy en 1430. Cristine de Pizan pasó a la historia como una dama que revolucionó la sociedad de su época, haciendo frente al infortunio con las herramientas que adquirió gracias al apoyo de su padre y su esposo. Demostró que con gran valentía podía generar su propio sustento y el de su familia, dejando además una extensa obra de variados y profundos temas, dando ejemplo en una época donde una mujer difícilmente pudiera tener relevancia.
Graciela Acea