En una noche oscura,
ausente de la luna,
cuajada de luceros,
un Ángel dibujaba
la estrella del valor.
De sólo cinco puntas,
con sólo cinco dedos,
lo mismo que una mano,
que se alza sólo a Dios.
Prendiéronla en mi pecho,
grabáronla en mi espada,
bordáronla en mi manto,
guardáronla en el arca.
La vieja nave sabe
seguir por siempre el rumbo.
Las velas desatadas…
¡La estrella es lo que busco!
Con sones de silencios
la voz del héroe escucho.
Teresa Cubas Lara
teresacubaslara@gmail.com