«Debo vencerme a mí mismo»,
[me escuché, sin más, decir].
Mas los grandes enemigos
no se irán lejos de ti.
No vendrá del exterior
lo que te haga decidido.
Nada más abrir los ojos,
la victoria te fue dada;
toma en tu mano la espada
para vencer al dragón.
En mitad de la batalla
surge evidente el valor
que a tus armas engalana:
libre, audaz, puro y valiente;
para la entrega, capaz,
para el amor, ¡diferente!
No será la cantidad
lo que enaltezca tu vida.
Busca siempre calidad.
¡Excelencia es la medida!
Teresa Cubas Lara