Se dice que el nombre “Egipto” fue asignado por los griegos. Su significado era “tierra de los misterios”. Ciertamente, Egipto es una civilización que, tanto en su forma de vida como en sus ritos, ceremonias, construcciones y dioses, es un misterio. Todo su mundo se encuentra sumergido en un gran simbolismo que está inspirado por un profundo conocimiento de las leyes de universo.

En el sur de Egipto o el Alto Egipto -denominación concedida por el nacimiento del río Nilo- nos encontramos con la isla Philae, su nombre en egipcio antiguo era P-aaleq que significa “Creación”. Según el mito sería el lugar donde la tierra (Geb) se elevó desde el caos (Atum) sobre las aguas hasta el cielo (Nut). Si nos remontamos a la teogonía egipcia, Geb y Nut, forman la primera dualidad manifestada luego del caos representado por Atum. De la unión de tierra y cielo se dio origen a cuatro hermanos, siendo uno de ellos la diosa Isis, junto a Osiris, Seth y Neftis. En la isla Philae está el templo dedicado a la diosa Isis (construido durante el periodo Ptolemaico). Según la tradición fue el lugar donde Isis encontró el corazón de Osiris, quien en la mitología egipcia, además de ser su hermano, era su esposo. Si revisamos el mito de Osiris, es ella quien reúne los trozos dispersos del Dios luego de ser desparramados por el rio Nilo, dándole vida nuevamente.

Ella es la diosa de la magia y de la sabiduría. En su cintura lleva un lazo mágico que se lo conoce como el nudo de Isis y representa la unión: reúne todas las cosas en el centro y les da vida. En el sentido profundo de unión, similar al yoga de los hindúes. Este es, ciertamente el significado de su intervención en el mito osiriano.

En el relieve de la izquierda que se encuentra en Dendera podemos reconocer la diosa Isis junto a su esposo Osiris. Está pintado de azul y no es impensado. El “azul egipcio”, como se lo conoce, simboliza la fertilidad, el nacimiento, el renacimiento y la vida. Todas estas cualidades representan simbólicamente a la diosa Isis. Ese color, también, representa lo celestial, lo sagrado. Ella es la que logra conectar místicamente la tierra con el cielo. Justamente su nombre significa «escalón» y por ello la vemos representada con tres escalones sobre su cabeza.

Otro objeto muy característico, que llevan varios de los dioses del panteón egipcio e Isis lo porta en su mano, es el Ankh: símbolo egipcio por excelencia. Se lo suele llamar la llave de la vida o la llave que abre las puertas del mundo de los muertos. Si consideramos la mentalidad egipcia ese otro mundo es el de la verdadera VIDA, el mundo de lo eterno. Para los egipcios antiguos no existía el concepto de “muerte”, sino que se explicaba que, cuando una persona moría, en realidad renacía y en ese momento comenzaba su vida. Sin embargo, no dejaban de vivir su cotidianeidad de manera ceremonial y digna.
En relación a esto, en los templos se podían encontrar estatuillas de la Diosa Isis junto a su hermana recitando para bendecir el Ba que representa la parte más divina del ser humano. Justamente para ayudar al alma que se separe del cuerpo a fin de comenzar “su viaje al más allá”, siendo que ellos consideraba que ésta vida era una pequeña parte, de una gran cadena posteriores encarnaciones. Eran consciente de la inmortalidad del alma.


Otra de sus facetas es la de madre protectora del dios Horus, el hijo de Isis y Osiris. Este rol de protectora se extendía al faraón y a todos los mortales. Horus se equiparaba a cada faraón, quien era la manifestación del dios en la tierra.
De manera similar algunas reinas ptolemaicas se identificaron con Isis. Cleopatra III utilizaba el nombre de Isis en las inscripciones en lugar del suyo. Asimismo, Cleopatra VII, la última gobernante de Egipto, usó el epíteto “la nueva Isis”.

En Roma en el siglo II, nos encontramos con el escritor Apuleyo, quien en su novela “El Asno de Oro” o “La metamorfosis”, le da intervención a la diosa Isis. Es ella quien convierte al Asno en Lucio. El cuento trata de una persona que se convierte en asno y luego de varias experiencias se convierte nuevamente en ser humano. Pero ya no era el mismo porque pudo acceder a un conocimiento superior y lograr la unión con su ser interior. Hubo en él una transformación como símbolo de renacimiento. El cuento menciona que Lucio – luego de la metamorfosis- se entrega por completo al culto de la diosa, en cierta forma como agradecimiento por ese renacimiento.
A modo de cierre, podemos tomar este último simbolismo e inspirarnos en la diosa Isis por la idea de renovación y dación de vida. Pero, ¿a qué le daremos vida? A lo esencial, a lo eterno; no a lo que tienda a desaparecer en cada uno de los ciclos, sino a lo atemporal, lo que permanece más allá del tiempo. Siempre con ánimo de perfeccionamiento. Platón nos dice que todo el devenir histórico obedece a un Arquetipo –o modelo puro y perfecto– que, si el ser humano lograra identificar y acercar a su propia vida, su existencia cobraría sentido.
María de Jesús Cuadro
Bibliografía
- Libro de Apuleyo “el asno de oro”
- https://cadiz.nueva-acropolis.es/cadiz-articulos/15034-filosofia-y-ciencia-en-el-antiguo-egipto-5998.
- https://www.saberser.com.mx/wp-content/uploads/2019/11/Dioses-de-la-Mitologia-Egipcia.pdf.
- https://biblioteca.acropolis.org/simbolismo-de-el-ankh/
- http://mitosleyendascriaturas.blogspot.com/2019/09/isis.html#:~:text=Cleopatra%20III%20utilizaba%20el%20nombre,fue%20teniendo%20sus%20propios%20festivales.
Me encanta la mitología❤
Abrazos
Natuka
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