Carl Gustav Jung fue un médico psiquiatra, famoso por su estudio y experimentación acerca del mundo psíquico humano. Su aporte en el psicoanálisis es fundamental y marca claramente un antes y un después en el estudio de la psiquis. Consciente de la profundidad y complejidad del mundo psíquico, incorporó en su metodología estudios de Antropología, Alquimia, Arte, Mitología, Filosofía, Religiones comparadas y Sociología. Asimismo, fueron muy importantes sus propios viajes y experimentación.

En este artículo nos proponemos a reflexionar sobre la noción de arquetipos en los estudios del psiquiatra suizo y en los diálogos del filósofo griego Platón, ya que el primero se prestó de este término de las teorías platónicas para introducirlo al mundo de la psicología. No obstante, el término no es igualmente tratado por los dos pensadores, no solamente por la distancia temporal que los difiere sino, también, por el uso que le dan.
A continuación, presentaremos desde nuestro entender, las semejanzas y diferencias entre ambas nociones fundamentales, tanto para la psicología como para la filosofía. No pretendemos con este artículo exponer una presentación completa de los mismos, sino más bien, marcar las líneas principales que permitan la comprensión más adecuada del término usado por Platón y por Carl Jung.
Los arquetipos en Platón
Es el filósofo ateniense el primero de introducir la palabra arquetipo en sus diálogos y con esta, definir las “formas principales” que, encontradas en el mundo de las Ideas, dan origen a las cosas manifestadas. Por lo tanto, para la filosofía platónica los arquetipos son causas ontológicas que existen a priori; entidades eternas, subsistentes que se encuentran en un plano superior al de los sentidos en el mundo de las Ideas. Los arquetipos son fijos, inmutables y por eso eternos. Son los únicos reales y verdaderos porque contienen la esencia de la existencia.
Esta esencia (ser) es la causa inmóvil y quieta de todo lo que existe en el mundo manifestado. A su vez, el existir está sujeto en el constante cambio y continuo movimiento. Como la rueda de una bicicleta cuyo centro está fijo y desde él se extienden los rayos que llegan hacia la periferia y la mantienen unida al eje. La periferia está en movimiento y el centro estable. Todos sabemos que cuando el centro por alguna razón sale de su eje, la rueda pierde el andar armónico; lo mismo ocurre en el mundo manifestado, cuando se pierde el inmutable centro el mundo de las Ideas.

Los arquetipos en Carl Jung
Carl Jung utilizó el mismo término para definir al conjunto de la memoria de la humanidad que, incluyendo los instintos y las experiencias vividas en el pasado, determina los patrones conductuales en el comportamiento humano. Para el médico suizo los arquetipos no son causas ontológicas sino una dinámica que, aun siendo inconsciente para uno, define el patrón que rige su comportamiento. A continuación, es preciso exponer brevemente los conceptos del inconsciente colectivo e individual, planteado por Jung.
Podemos pensar en dos tipos de material psicológico: lo consciente y lo inconsciente y en dos niveles: lo individual y lo colectivo. El inconsciente es el material psíquico desconocido que comprende diferentes tipos, entre estos los más destacados:
- Lo que se sabe, pero momentáneamente no se piensa;
- Lo que en otro tiempo fue consciente, pero se ha olvidado;
- Lo que es percibido por los sentidos, pero no reparado por la conciencia;
- Lo que se siente, piensa y recuerda, sin saber;
- Lo que se quiere y se hace sin intención y sin atender.
El aporte importantísimo de Jung fue incluir este concepto de inconsciente, pero en el nivel colectivo. Esta noción comprende aquellas actitudes humanas comunes que se observan en el espacio y en el tiempo y se basan en patrones repetibles. A estos patrones los nombró arquetipos. Sin embargo, el inconsciente colectivo de Jung incluye también los instintos humanos, las fuerzas primitivas que imperan en todos los humanos (tales como el instinto de supervivencia, reproducción, etc.) y la memoria registrada de todo lo vivido por la humanidad.

Semejanzas en el uso del término arquetipo por los dos pensadores
Tanto Platón como Carl Jung encuentran en la noción del arquetipo al elemento rector. Para ambos los arquetipos determinan, sea como causa ontológica o como matriz conductual. Siendo de algún modo fuerzas rectoras, ambos pensadores reconocen en estos las cualidades de la autonomía y originalidad. Esta fuerza rige y actúa indistintamente si es comprendida o consciente por el ser humano. Justamente en este punto se encuentra la importancia de tomarlos en cuenta e intentar comprenderlos, tanto como patrones de conducta o como causas ontológicas.
Además, ambos encuentran “soluciones” en los arquetipos. Por un lado, Carl Jung, como psiquiatra, acude a los arquetipos para comprender los comportamientos psíquicos humanos. Por otro lado, Platón presenta los arquetipos como verdad y el camino hacia ella define la búsqueda filosófica. Tal es así que según el ateniense, el filósofo se distingue del sofista porque es buscador de la esencia arquetípica que le permite contemplar la cosa-en-sí y no se deja engañar por la opinión de los sentidos (doxasia) y la ilusión de la subjetividad.

Diferencias en el uso del término arquetipo por los dos pensadores
La principal diferencia entre los dos es que para Platón los arquetipos son a priori, sin embargo, para Jung, son conformados por la memoria vivida de la humanidad. Los arquetipos platónicos pertenecen al mundo ideal como ideas absolutas y generadoras; absolutas porque son independientes y aisladas de su creación, y generadoras porque encausan las cosas (pragmata en griego, o sea los resultados de la praxis) y crean en el mundo manifestado o sensible.
En segundo lugar, en la filosofía platónica los arquetipos son ideales, perfectos por naturaleza, ya que no participan del mundo manifestado que, por su definición, es un mundo defectuoso y en constante movimiento. Para Jung los arquetipos incluyen los instintos, por ende, no tienden a la perfección sino, como patrones repetibles, se observan en la conducta humano más allá de las diferencias espaciales y temporales, formando comportamientos humanos universales encontrados en la misma mitología, por medio de sus personajes y caracteres mitológicos.

Unas reflexiones a modo de conclusión
Es interesante detenerse en cómo ambos pensadores son esencialmente «idealistas» en el modo de plantear sus teorías. Tanto el «liberar el alma de deseos y pasiones» como el «acceder desde el consciente al inconsciente» apunta a la conexión con la parte trascendental del ser humano. El proceso de la individuación es, según Jung, lo mejor que puede hacer el ser humano para sí mismo. Si bien lo define como algo inalcanzable, su procedimiento convierte a los humanos en personas cada vez más felices. El aprendizaje es un proceso de curación donde el ser humano toma conciencia de su participación en un nivel colectivo y en la medida que se conoce y comprende a sí mismo como parte de lo colectivo, comprende, conoce y se acerca a la humanidad. En Platón, el camino hacia la felicidad es el largo sendero desde la ignorancia hacia la sabiduría que se realiza por medio de la anamnesis, el recuerdo. Por lo tanto, conocerse a uno mismo es recordar quién es, de dónde viene y hacia dónde va. Este proceso inasequible por el ser humano, sin embargo, lo lleva cada vez más cerca a la liberación del alma de sus pasiones y deseos inferiores.
Los arquetipos para ambos pensadores son instancias transcendentes y universales que requieren una forma de acceso y ascenso; esta es para Platón la educación y para Carl Jung la terapia. Llegamos una vez más frente a la milenaria sentencia que describe la educación como la curación del alma. De modo diferente: uno podrá curarse cuando se conozca a sí mismo realmente. Filosofía y medicina se encuentran una frente la otra como hermanas.
“La fuerza natural dentro de cada uno de nosotros es el mayor sanador de todos”.
Hipócrates
María Kokolaki
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